Los tres Reyes Magos ni eran tres, ni eran reyes ni eran magos. En la Biblia se les llama "magoi", que podría traducirse como astrólogos. Lo que sí es cierto, ateniéndonos al evangelio de Mateo, es que venían de Oriente y llevaron regalos al niño Jesús: oro, incienso y mirra.
En realidad, la imagen tan pintoresca que tenemos de ellos depende en gran medida de los evangelios apócrifos. El "Evangelio armenio de la infancia de Jesús", por ejemplo, habla de la personalidad de los viajeros de Oriente. Allí se dice que Melkon (Melchor), Gaspar y Baltasar, iban acompañados de doce jefes militares, quienes, a su vez, llevaban consigo a mil soldados cada uno. Uno puede entender que Herodes se haya asustado.
Al niño Dios no le llevaron consolas de videojuegos, ni botas de dulces, ni un celular nuevo. Para quienes vivimos en el siglo XXI no es tan fácil entender el valor de los objetos presentados por los magos. Gaspar, rey de la India, llevaba como regalos perfume de nardo, cardamomo, incienso y canela. Baltasar, rey de Arabia, lleva oro, plata, perlas, zafiros y otras piedras preciosas. Melkon, rey de Persia, lleva mirra, áloe, muselina, púrpura, cinta de lino y una carta escrita por el mismísimo dedo de Dios. El púrpura, el color de la realeza, era verdaderamente un lujo, pues se obtenía a partir de un molusco que vivía en el mar Mediterráneo. Pero el regalo más precioso era la carta escrita por Dios. En los apócrifos se dice que esta carta se había pasado de generación en generación desde Adán hasta los reyes magos, y que se había conservado cerrada para que el primero en leerla fuera el hijo de Dios.
Según el evangelio armenio, cada uno de los reyes magos tiene una visión al presentar sus regalos al niño Dios. Gaspar, rey de la India, ve al hijo de Dios encarnado, sentado en un trono de gloria y con legiones de ángeles a su servicio. Baltasar de Arabia, ve en el niño al hijo de un rey rodeado de un numeroso ejército que lo adora de rodillas. Melkon de Persia, el niño se le presenta como un hijo de hombre, de carne y hueso, que muere y resucita. No entendían por qué había tenido visiones distintas y al día siguiente volvieron a visitar al niño. Cada uno tuvo una visión distinta a la primera hasta que cada uno vio lo que los otros dos. Así, al final comprendieron que el niño era dios, rey y hombre, tres manifestaciones distintas.
Como sucede con cualquier festividad, la de los Reyes Magos no estaría completa si no fuera por un platillo: la rosca de reyes. Algunos dicen que su forma circular representa el infinito amor de Dios. Otros interpretan que su forma alude a las coronas de los reyes magos. Suele partirse con miedo por aquello de que nos toque el niño, pero ojo, esto no es un castigo. Originalmente se trataba de un haba y si te salía, tenía el honor de ser el padrino. Y como padrino, te toca invitar los tamales el 2 de febrero, que es la fecha en que se presenta al niño dios en el templo.
Sapere aude! ¡Atrévete a saber!