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El Congreso norteamericano tiene hasta el 1 de marzo para llegar a un acuerdo y aprobar el Presupuesto de Egresos de la Federación para el 2024, de otra manera el gobierno federal tendrá que cerrar por falta de fondos. El Congreso no ha llegado a ningún acuerdo pues los republicanos siguiendo las directrices que dicta Trump quieren tener caos en la frontera.
Estamos iniciando de nuevo con Trump la guerra frontal contra el indocumentado y su política es una vez más feroz. Los robos, asaltos, hostigamientos, abusos sexuales, homicidios, discriminación, deportaciones masivas, forzosos desmembramientos familiares sufridos a diario por los hombres, mujeres y niños que cruzan la frontera norteamericana en busca de trabajo han aumentado escandalosamente. De ahí que, la violación a los derechos humanos del indocumentado se ha visto incrementada de manera escandalosa. De Tijuana a Matamoros, existen grupos de ciudadanos norteamericanos que se dicen vigilantes, organizándose entre ellos para “cazar” al indocumentado. Esto ocurre, no obstante que se ha incrementado la vigilancia fronteriza, instalando toda clase de alta tecnología, alambres con púas, boyas esféricas con púas y navajas, etc. empleadas con el propósito de detener su paso. Sin embargo, entre los ciudadanos norteamericanos, existe la creencia de que la patrulla fronteriza está perdiendo día a día el control de la faja fronteriza que tiene a su cargo. Los críticos de las políticas migratorias comparan la frontera con una zona militarizada. El equipo castrense que se utiliza en esa región, así como las armas que los patrulleros llevan consigo, demuestra que los críticos no están muy lejos de la verdad. El sentimiento de que no existe control sobre el paso del indocumentado ha llegado a tal grado, que el ciudadano norteamericano ha tomado la justicia en su propia mano. Este sentimiento de pérdida de control sobre las fronteras, aunado a la creencia de que el inmigrante ilegal trae consigo toda clase de males sociales como el desempleo y crimen han provocado el ataque frontal directo en su contra, soslayándose el gran peligro que corre el indocumentado al cruzar la línea divisoria, ya sea por la acción de los grupos que se dedican a “cazarlos” o al quedar en manos hoy en día de las políticas migratorias.
Las políticas migratorias establecidas por el gobierno federal norteamericano y por su agencia de servicios migratorios conocida en inglés como “Immigration and Naturalization Service” o por su abreviatura “INS” tratan al indocumentado como un peligro, que amenaza realmente a la sociedad norteamericana. El INS hace muy poco para prevenir o tan siquiera frenar la acción de los grupos de bandidos, pandillas o vigilantes, que se dedican única y exclusivamente a cometer actos de violencia en contra del inmigrante ilegal. Mientras subsista el sentimiento de que el indocumentado constituye una amenaza para la sociedad norteamericana, el odio y violencia en todos los Estados de la Unión Americana no solo continuará, sino que se nutrirá y crecerá a costa de vidas humanas.
Resulta en verdad lamentable que hoy en día los gobiernos estatales fronterizos junto con el Congreso de los Estados Unidos atacan día a día al indocumentado. Hoy los ataques y los insultos a México y a los mexicanos indocumentados son el estandarte favorito de la cruzada de Donald Trump en contra del mexicano indocumentado. El candidato republicano llamó a los mexicanos sin morderse la lengua: “violadores” y “criminales” apenas anunció su postulación, hizo una vez más del “muro” que supuestamente iba a pagar México uno de sus estandartes electorales, no se cansa de acusar a los inmigrantes indocumentados de la fuga de empleos y dinero durante su campaña electoral. Fueron los estadounidenses blancos de la clase trabajadora quienes le dieron el triunfo a Donald Trump el 20 de enero de 2017, quien supo canalizar el coraje de los estadounidenses de clase media contra los indocumentados. Trump vuelve ahora a explotar su ansiedad sobre los miles de indocumentados que pasan a diario la frontera inyectando el miedo al futuro. Donald Trump está ahora repitiendo como disco rayado que está decidido a cumplir con sus compromisos de cerrar la frontera, lo que ha generado un clima de desasosiego, miedo e incertidumbre entre la comunidad de inmigrantes. Una situación que, a su vez, se agrava porque en el Congreso se vislumbra que SI harán un esfuerzo por cortar lo más pronto posible la entrada de los indocumentado. Es una situación de verdad alarmante. El americano blanco se le olvida que el sueño americano quedó grabado en el pedestal de la Estatua de la Libertad a la entrada del puerto de Nueva York:
"¡Dadme a vuestros desfallecidos, a vuestros pobres
Vuestras masas amontonadas anhelando respirar la libertad
El desperdicio olvidado en vuestras abundantes playas
Enviadme a estos, los desamparados, sacudidos por las tempestades a mí
¡Yo elevo mi faro alumbrando la puerta dorada!"
Para México es una pena ver el verdadero desenlace que tienen los indocumentados y se nos olvida que también el Gobierno de México, entierra y pasa por desapercibido todo lo que sucede en el Suchiate. Así que la pena ajena es tanto para el gobierno y gente de los EUA, como para el gobierno de México y la gente misma, llamados polleros, coyotes, cazadores, traficantes, carteles o como se le quieran denominar. Aquí aplica la pregunta de qué es primero, el huevo o la gallina. Recordemos en marzo del año pasado cuando 39 migrantes que fueron “regresados” de los EUA mueren en el incendio de una estación migratoria de Ciudad Juárez y como AMLO no quiso ni siquiera tocar el tema acusó a los medios de comunicación por sus campañas de desinformación. Es difícil simplemente juzgar al gobierno norteamericanos cuando en México suceden toda clase de atrocidades también. La nueva problemática en que los cárteles mexicanos se disputan el mercado de los inmigrantes del Río Bravo al Río Suchiate seguirán sin resolverse, pero seguro serán banderas estandartes en las campañas presidenciales en ambos países.
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