HÉCTOR ZAGAL

El conde

La película del director chileno Pablo Larraín es una sátira que presenta al dictador Augusto Pinochet como un temible vampiro devora corazones.

La película chilena El conde es una sátira sobre el dictador Augusto Pinochet.
La película chilena El conde es una sátira sobre el dictador Augusto Pinochet.Créditos: Foto: Especial
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Los vampiros han estado muy activos en 2023. Y no, no lo digo por mi novela “El vampiro del Virrey” (que, por cierto, está disponible en librería, e-book y audio libro), sino porque este año la gran pantalla ha sido invadida por los hematófagos.

En abril, tuvimos la comedia “Rendfield”, enfocada en el asistente de un conde Drácula interpretado por Nicolas Cage. En agosto, se estrenó “Drácula: Mar de sangre”, una adaptación de uno de los capítulos de la novela de Bram Stoker, y el viernes pasado, el director chileno Pablo Larraín nos trajo a la plataforma de Netflix “El conde”, una sátira que presenta a Augusto Pinochet como un temible vampiro devora corazones.

La película es una feroz crítica a Pinochet y al régimen que instauró en Chile de 1973 a 1990. A partir de la premisa de que Augusto Pinochet es un vampiro de más de doscientos años que llegó a Chile para combatir a la Izquierda, Larraín arremete contra el dictador y su familia.

El vampirismo de Pinochet es una alegoría del carácter siniestro del personaje histórico. Y es que, si lo pensamos bien, hablamos de un monstruo que vive de la sangre de otros. El también director de “Spencer” juega brillantemente con esta idea y agrega otros elementos que refuerzan su alegoría como la famosa capa militar que Pinochet usaba que, sin embargo, acentúa su figura como temible vampiro.

El filme está repleto sarcasmo. Les confieso que durante algunas escenas sí son cómicas, pero en otras, el humor negro es tan fuerte que te la piensas dos veces antes soltar una risa. Hay, a su vez escenas, sumamente sangrientas, que podrían ser catalogadas como gore, pero la película sabe cómo y cuándo tratarlas.

¡Qué decir de la parte técnica! La fotografía en blanco y negro es preciosa, mientras que la musicalización, con piezas barrocas y marchas militares como leitmotiv, acompaña y agrega valor a imágenes ya de por sí enriquecidas por una impecable dirección de arte. A ello, hay que añadir la narración en inglés británico que contrasta con el suave acento chileno de los familiares del dictador.  

Ciertamente, Larraín está jugando con fuego y es que, al usar el humor negro para criticar a Pinochet, presentándolo como un vampiro, corre el riesgo de trivializar los hechos históricos. Platicando con dos amigos chilenos que ya vieron la película, uno me comenta que le pareció una metáfora ácida y acertada de lo que Chile padeció. El otro, en cambio, me comentó que los absurdos que se representan, como a Pinochet volando con su capa, es una forma de banalizar el mal. “Hay temas –me dijo—de los que uno no debe reírse”.

En Chile, la película ya se estrenó incluso en cines. Será especialmente interesante analizar cómo la recibirán allá pues, hasta la fecha, las opiniones de los chilenos respecto a Pinochet y a su régimen siguen divididas.

MORI,  empresa chilena centrada en la investigación de opinión pública, presentó este año su Barómetro de la Política CERC-MORI, donde analiza las opiniones de los chilenos sobre el golpe, la dictadura y el gobierno de Augusto Pinochet. Algunos de sus datos dejan pensando a muchos.

El 41% de los chilenos, por ejemplo, considera que el golpe de Estado llevado a cabo por Augusto Pinochet hace 50 años fue absolutamente injustificado. Por el contrario, apenas seis puntos porcentuales abajo, el 35% piensa que los militares tuvieron razón en hacerlo. Sobre el Régimen de Pinochet, la opinión intermedia impera con un 47% que lo cataloga como “en parte bueno y en parte malo”. El 25% lo considera “solo malo” y el 11% “solo bueno”.

Cuando analizamos las opiniones que los chilenos tienen sobre Pinochet como gobernante, encontramos que un 64% de los chilenos lo ve como un dictador. En otra encuesta, un 39% cree que impulsó y modernizó la economía chilena, y respecto a si fue uno de los mejores gobernantes que tuvo Chile en el siglo XX, el 55% considera que no, mientras el 20% lo aprueba. ¿Le gustará esta película a esa parte de la población chilena?

A pesar de todo ello, me atrevo a decir que vale mucho la pena ver esta película. Está llena de referencias históricas y de alegorías. Por algo tiene una aceptación del 82% de la crítica en Rotten Tomatoes. Tampoco es casualidad que Pablo Larraín y el mexicano Guillermo Calderón se llevaron el galardón a Mejor Guion durante el Festival de Cine de Venecia 2023.

El final de la película, además, les sorprenderá. Eso sí, hay que saber algo de historia de la segunda mitad del siglo XX para entender la hondura de la mordacidad.

Por cierto, agradecemos infinitamente la invitación de nuestros amigos de Netflix a la función especial de la película en el Cine Tonalá en CDMX. Fue privilegiado verla dos semanas antes de su estreno, je, je.

¿Ustedes ya la vieron? ¿Qué les pareció? Los leo en redes.

¡Atrévete a saber! Sapere aude!

@hzagal

(Oscar Sakaguchi y Héctor Zagal, coautores de este artículo son co-conductores del programa “El Banquete del Dr. Zagal en MVS 102.5 FM)