“Esto NO es discriminación. Los baños de mujeres son de mujeres. Ya basta de tolerar lo que es irracional e ilógico”. Este fue el mensaje vía la red social X con que la senadora Lilly Téllez se refirió al caso de discriminación de la chica trans al ser sacada con violencia de un baño de mujeres en la Cineteca Nacional. Se trata de un acto de discriminación en una institución del Estado, el que debe de garantizar, promover y proteger los Derechos Humanos de todos, todas y todes sus visitantes a las instalaciones de sus diversas dependencias. Ahí comienza el verdadero problema de las prácticas dolosas institucionales que se traducen en acciones sistémicas de agresión, actos de odio hasta la muerte que en México es una constante entre la comunidad LGBTTTIQ con impunidad generalizada. Y eso no es irracional ni ilógico, ocurre a diario en las calles, en las casas, en los colegios y las instituciones y comienza todo con chistes y discriminaciones.
El origen de respuestas como la que pudimos leer de la senadora Téllez -que son habituales y no por ello menos graves e ignorantes- advierten una voz colectiva de un Estado, de una sociedad y comunidades que comparten esas mismas ideas discriminatorias y violentas, capaces de erigirse como autoridades divinas apuntando con su espada de Damocles las leyes que llaman legítimas y racionales. Y para todos esos pensamientos antiderechos existen estudios y análisis sobre estos comportamientos que producen de forma constante violencias hasta su extremo.
La sexóloga e investigadora Julia Serrano ha definido estos pensamientos trasfóbicos como “sexismo oposicional”, es decir categorías rígidas de lo masculino y lo femenino que nunca se solapan y que cada una de ellas tienen características exclusivas y únicas donde no hay posibilidad de mezclas. Y sobre todo, que son antagónicos definidos a partir de la idea errónea del sexo y no del género. Por ello, todo lo llevan al terreno de lo biológico y desde ahí emiten juicios morales. Le otorgan a las células, al cromosomas identidades morales: bien, mal, masculino, femenino, penetrable, penetrador. Reducen a categorías de valor la identidad social del género.
A nombre de su moral, describen el mundo, excluyen y sancionan todo aquello que no se ajusta a su sistema binario y en ese reduccionismo categórico son la balanza moral con que discriminan, violentan y destruyen lo que no se ajusta a su moral. Es ahí donde esta la,confusión y la descalificación que refleja el machismo con que hemos construido hombres y mujeres el sistema patriarcal de la razón.
Lo consecuente no es que sea el pensamiento de la señora Téllez sino que ella, ahora desde la tribuna de su cargo de elección popular, reproduce un sistema institucional de violencia histórica, sistémica, patriarcal, trasfóbica que describe un enorme lastre y Laguna educativa, de cambio y resistencia a las formas “tradicionales” -por decirlo elegantemente- de las identidades genéricas con que hemos crecido y solapado las expresiones de violencia, discriminación, acoso, desde el radicalismo moralizante del patriarcado y que lamentablemente, muchas personas cómo está senadora reproducen en apología de la violencia institucional.
Este acto reciente de trasfobia como muchos o la mayoría que a diario se expresan y se viven en el espacio público y privado, con denuncias o visibles en redes sociales tienen de escenario y telón de fondo el síndrome del sexismo oposicional que desafía el sistema tradicional binario de género que desequilibra lo cultural del mundo dominado por el patriarcado, siendo muchas mujeres víctimas de sus efectos pero defensoras de su conservación para evitar ser violentadas por desobedientes.
Lo ocurrido en los baños de la Cineteca Nacional y en las cuentas personales de la senadora antiderechos Lilly Téllez, sus seguidores y seguidoras, así como sus retractores es la expresión de una sociedad cambiante y otra mucho más resistente a la ruptura del paradigma cultural sexista. No será fácil la deconstrucción y la elaboración de nuevos modelos simbólicos, sociales, de género y culturales lejos de la biología moralizante. Pero vale la pena una nueva expresión incluyente, diversa y proDerechos de las diversidades de género, antiviolencia y contra la transfobia. ¿Es mucho pedir?
Abramos la discusión: @salmazan71