OPINIÓN SERGIO ALMAZÁN

Votar en tiempos de castas

¿Han escuchado la base de los argumentos-ataques, contra-ataques, indirectas, dichos y afirmaciones que los representantes políticos han vertido en declaraciones ideológicas?

Xóchitl Gálvez y AMLO.
Xóchitl Gálvez y AMLO.Créditos: Cuartoscuro
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Hace unos días hablando con un amigo sobre el silencio cómplice de los actuales servidores públicos que en otro momento denunciaban, reclamaban eufóricos la falta de inclusión y protección de Derechos Humanos a grupos diversos, me descolocó más su respuesta: “me consta que están haciendo estudios profundos sobre feminismo, diversidad sexual y preferencias (sic). Pues ya se tardaron mucho, están constando vidas, le respondí, a lo que dijo: “pues sí, también quieren que se les garantice todos sus derechos y tampoco, además siempre vamos a ser racistas porque es parte de la herencia colonial”. Ahpi supe que estábamos hablando de cosas distintas o peor aún, de lo mismo desde diferentes lugares de percepción. Y me llevo a pensar que es quizá parte de lo que explica por qué los discursos de los aspirantes están basados en estos tópicos discriminatorios.

Este periodo en que cada frente político ha presentado a sus “representantes políticos” cuyo objetivo es definir a lo que será en tiempos electoreros su candidato para la contienda del 2024 ha trazado el contenido discursivo que desde hace algunos años de manera pública el presidente López Obrador y colectivos de la sociedad organizada han promovido en una ideología que si bien establece polarización, también ha sido pretexto para entrarle en serio y a fondo a la discusión, reflexión y análisis de las conductas de odio que derivan de la pigmentación de la piel, la condición económica, sexual y social. Racismo, clasismo, sexismo y pobreza.

¿Han escuchado la base de los argumentos-ataques, contra-ataques, indirectas, dichos y afirmaciones que los representantes políticos han vertido en declaraciones ideológicas con lo que buscan construir su base y sustento para las candidaturas? Dichos como “Sufro discriminación inversa”; “Es mentira que lo ataque por su color de piel y ojos”; “A mí ningún cabrón me puso en ningún lado” … “Xóchitl tiene jale con los fifís” … “No cualquier mujer puede ser presidenta” …

Podríamos seguir enumerando las frases que no son ocurrencias discursivas, son expresiones que llevan implícito un profundo y arraigado concepto de racismo, sexismo, clasismo, es decir, formas normalizadas, sistémicas de discriminación por raza, color de piel, sexo-género y condición económica. En ambos lados de la balanza el fundamento para crear sus adeptos es el discurso de odio; es decir, asistimos a la fiesta del lenguaje del voto de las castas, desde ese contexto y bajo ese principio los representantes políticos que aspiran gobernarnos nos están planteando lo que ha sido el leitmotiv de los grandes enconos sociales: la promoción divisionista-antiderechos y excluyente. Votamos desde el discurso y la promoción de la discriminación.

Emprender un proceso de conquista electoral desde estas estrategias discursivas-ideológicas que disfrazas expresiones o abiertamente recurren a palabras discriminatorias para crear las castas de votantes es promover una sociedad basada en estos temas que cobran vidas, niegan oportunidades, atentan la integridad y limitan el desarrollo social. Es decir, se trata de una prolongación del discurso del poder que, aunque pareciera ser opuesto uno de otro, son la misma fórmula de exclusión, de techo de cristal y promoción sistémica del odio.

A la promoción de estos discursos en redes sociales se extienden y multiplican en una normalización aceptada en masa que genera desde estrategias y formas de ejercer el poder al “hacer chistes, aunque se van a ofender. “eres media mujer porque tienes chile. Tú sabes, que es una broma”. Una falsa igualdad como ha ocurrido con el poder prieto o estas expresiones de ceguera de desigualdad por pigmentación… Se lee en redes “sino es porque sea indígena o morena sino porque no tiene talento” … En cuanto a la pobreza, frases como “meritocracia, echaleganismo” como si en México bastara con “echarle ganas” para gozar de derechos y oportunidades de desarrollo cultural, social, cuando la discriminación por género, identidad sexual, condición económica o de color no influyeran en los techos de cristal que se imponen sistémica, cultural y económicamente en este país. Aún hay que trabajar por erradicar las castas en las urnas y en la vida cotidiana.

Abramos la discusión: @salmazan71