Las palabras como la lengua son la expresión identitaria de una sociedad y su cultural. El camino que las instituciones, después de la colonización y ya como país independiente utilizaron para crear una autodescripción de sus ciudadanos la determinaron por la lengua, el idioma marcó la identidad social y sus consecuencias: racismo, clasismo, sexismo, homofobia, misoginia, discriminación.
El sistema idiomático definido y promovido por el Estado marcó la configuración de la sociedad. Basta con reflexionar que, en hace dos siglos, en 1820 entre el 65 y el 70 por ciento de la población hablaba una lengua indígena, el español era minoritario, porque cerca del 20 % eran bilingües: además de su lengua materna, hablaban español. En estos doscientos años, hoy sólo el 6.6% hablan una lengua indígena y por consiguiente el Estado las define como indígenas… el Siglo XIX en la conformación de una Nación se encargó del lingüicidio y etnocidio. Y este suceso ideológico institucional le permitió al Estado crear el mito del mestizaje y con ello, transitar a una cultura de la construcción discriminatoria sistémica que hoy nos tiene sumergidos en la polarización, desigualdad y confusión.
No somos capaces de ser incluyentes porque partimos de un lenguaje, un idioma y un sistema lingüístico moralizante, sistémico patriarcal y hegemónico. Nos altera el orden heteronormativo institucional palabras como persona trans, cisgénero, violencia vicaria, de género, transfobia, discriminación por color, condición social y lengua. Y reproducimos esquemas conductas, palabras y expresiones que promueven y refuerzan la discriminación, la violencia y el lingüicidio como ocurre con la declaración en televisión por un personaje en un reality al referirse a una mujer trans como “no es una mujer completa” la expresión de la actriz Bárbara Torres es la continuación y reflejo de un pensamiento discriminatorio colectivo, normalizado y permitido por los órganos reguladores del Estado y las instancias que deben de proteger los Derechos Humanos, erradicar y evitar los discursos de odio, discriminación y violencia de género, pero no es así. Hasta este momento y en las constantes apologías de violencia de género y transfobia no hay pronunciamiento y acciones legales de las autoridades que corrijan y fomenten conductas y lenguajes incluyentes no discriminatorios.
Te podría interesar
La principal razón de condenar y ni corregir estos discursos que atentan la inclusión y el respeto a la diversidad, es que en el fondo el Estado es antiderechos, moralmente conservador y fomenta discursos de odio como una constante del lingüicidio que desde la mañanera el presidente Andrés Manuel López Obrador promueve como lo que ha venido sucediendo con la candidata presidencial Xóchitl Gálvez; la denostación hacia la violencia de género y los feminicidios, la invisibilización a la comunidad LGBTIQ+ así como las propias autoridades de las comisiones encargadas como el señor Jaime Morales Director General de Diversidad Sexual y Derechos Humanos del gobierno de la Ciudad de México quien en ninguno de los casos de violación a DDHH de la comunidad se ha pronunciado no actuado conforme a la ley.
Estamos ante un momento, en que el lingüicidio, no sólo ha desaparecido las lenguas y sus hablantes, sino ha atentado a la diversidad, al imponer un idioma, sus palabras y fomentado un sistema idiomático de discursos patriarcales de violencia sistémica que debemos erradicar para ser sociedades de Derechos.
Te podría interesar
Abramos la discusión: @salmazan71