Las acusaciones penales presentadas contra el expresidente Donald Trump han llevado al país a cierto desconcierto. Sin embargo, el caso de Trump no es nada nuevo para el pueblo norteamericano pues existe precedente a seguir cuando se acusó penalmente al vicepresidente Spiro Agnew en 1973. Spiro Agnew fue el vicepresidente durante la administración del presidente Richard Nixon, a quien ahora se le recuerda como el progenitor de la política de Trump.
Hace cincuenta años, un equipo de jóvenes abogados de la oficina de la Fiscalía en Baltimore, estado de Maryland, acumuló una serie de evidencias muy graves demostrando que el vicepresidente Agnew aceptó sobornos a cambio de que las compañías ganaran importantes contratos estatales de construcción en Maryland. En aquel entonces, al igual que hoy en día, los observadores políticos reconocieron que Estados Unidos estaba entrando en una nueva era que debía de responsabilizar a sus más altos líderes políticos por irregularidades legales. Como lo escribió el Washington Post en ese momento, la prueba sería si el fiscal general de la república y/o los tribunales estatales podrían "proceder como lo harían con cualquier otro funcionario público: de manera rigurosa, imparcial y rápida". El 10 de octubre de 1973, el sistema penal demostró ser imparcial y de aplicar la ley a todos por igual, cuando Agnew presentó su renuncia con tal de no irse a la cárcel.
Si bien estos dos casos son similares, una diferencia crucial muestra cuánto han cambiado los republicanos en el último medio siglo. Agnew salto a la escena política nacional en 1968 después del asesinato del reverendo Martin Luther King Jr. La violencia estalló en todo Estados Unidos y aunque los líderes de la comunidad afroamericanas de Baltimore habían tratado de contener la violencia, Agnew los castigaba usando una retórica sumamente ofensiva en contra de la comunidad afroamericana. Más tarde, ese mismo verano, Richard Nixon eligió a Agnew, a pesar de que nadie lo conocía fuera de su estado, para ser el candidato a vicepresidente. Agnew empezó con discursos populistas en 1969 y 1970 que contribuyeron en gran medida a alterar el panorama político de la nación; hasta hoy en día estos discursos populistas que antiguamente eran la excepción hoy son el pan diario de todos los republicanos.
Agnew usaba una retórica apocalíptica argumentando que en la educación superior existía un complot radical para envenenar las mentes de la gente joven y que los misteriosos burócratas del gobierno que se esconden en la obscuridad (Deep State) estaban usando su poder para hacer causa común con el comunismo.
Además, mucho antes de que existiera el término "noticias falsas", Agnew convirtió en un artículo de fe entre los republicanos, que los medios de comunicación eran un grupo de liberales hostiles a los republicanos.
En 1972 Agnew llego triunfante a su segundo mandato como vicepresidente, las encuestas mostraban a Agnew como uno de los primeros favoritos para ser nominado como el candidato republicano en 1976 para la presidencia. Y luego su pasado lo alcanzó.
En agosto, los fiscales tenían pruebas contundentes de que había recibido sobornos a cambio de un trato favorable en la adjudicación de contratos del gobierno estatal y local. Agnew acusó a la prensa y a los fiscales de trabajar juntos para convertir su caso en un asunto político, jugando el papel de ser la víctima, mientras sus seguidores lo apoyaban con dinero y carteles.
El paralelismo entre la caída del vicepresidente Spiro Agnew y el caso de Donald Trump es casi siniestro. Trump, al igual que Agnew, ha atacado a los fiscales que lo acusan y ha montado una vigorosa defensa mediatica. En un extraño evento al estilo de presentarse como el redentor de las masas en Waco, Texas, el 24 de marzo, el expresidente Trump se refirió a los fiscales de Nueva York como "basura humana". Trump también ha visto a los fanáticos reunirse a su alrededor, con sus números subiendo en las encuestas a pasos agigantados y algunos partidarios a comparar la acusación penal contra Trump con la crucifixión de Jesucristo.
Veremos si el pasado de Trump lo alcanza al igual que alcanzó al vicepresidente Spiro Agnew.
Y hablando de paralelismos, en México vemos que al fiscal general Gertz Manero con su pésima administración, no pasa nada; Segalmex con los fraudes de sus políticos corruptos, no pasa nada. ¿Qué está pasando con los políticos de ahora? ¿Nadie va a hacer nada? ¿Nadie los va a enjuiciar? ¿Nadie los va a castigar? De que sirve que se les mencione si no pasa nada. ¿En qué consiste la apabullante apatía del lector? ¿Seguiremos con abrazos y no balazos? ¿Sera esa la solución?
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