Las temperaturas abrasadoras que se están sufriendo en México, obedecen a que nuestro país y otras naciones y regiones como Afganistán, Papúa Nueva Guinea y América Central, no están preparadas para mitigar los efectos del cambio climático y corren mayor riesgo de sufrir sus efectos devastadores.
Las olas de calor sin precedentes son solo una muestra de lo que los científicos consideran que ocurrirá con más frecuencia en los próximos años y tendrán el potencial de provocar miles de muertes adicionales, señala un estudio publicado en la revista científica Nature Communications.
En estas naciones y regiones subdesarrolladas, el calor extremo se suma a la vulnerabilidad determinada por factores socioeconómicos, como el rápido crecimiento de la población, los malos servicios de salud y el suministro limitado de energía, señala el equipo de científicos británicos encabezado por Vikki Thompson, del Instituto de Medio Ambiente de la Universidad de Bristol Cabot, Reino Unido.
Asimismo, esas naciones carecen de la preparación adecuada para mitigar y adaptarse a las olas de calor extremas, ante un panorama donde se romperán los récords de temperaturas altas, lo que aumentará los riesgos para la población, principalmente niñas, niños y adultos mayores de 65 años.
“Las olas de calor son cada vez más frecuentes debido al cambio climático y en partes de América Central este es un problema particular, no solo debido a que tienen el potencial de sufrir olas de calor mucho más extremas que las experimentadas, sino que su población está creciendo y está más expuesta”, señalan los investigadores en el artículo.
Los investigadores indican que las estadísticas de condiciones extremas, aunque parezcan inverosímiles, pueden ocurrir en cualquier lugar. De hecho, este tipo de eventos “improbables” ocurrieron en un tercio (31%) de las regiones evaluadas, donde las observaciones se consideraron lo suficientemente confiables, entre los años 1959 y 2021.
“A medida que las olas de calor ocurren con más frecuencia, debemos estar mejor preparados”, afirma Vikki Thompson. “Identificamos regiones que pueden haber tenido suerte hasta ahora: algunas de estas regiones tienen poblaciones en rápido crecimiento, algunas son naciones en desarrollo, y otras ya son muy calurosas. Necesitamos preguntarnos si los planes de acción contra el calor para estas áreas son suficientes”.
Las temperaturas extremas que rompen récords pueden causar impactos severos en la sociedad y el medio ambiente, por ello, el objetivo del estudio es identificar las regiones más vulnerables a los impactos del calor, que no solo dependen de la probabilidad estadística de un evento récord.
A menudo, las regiones solo están preparadas para eventos como los que ya han sufrido anteriormente, con planificación basada en los desastres pasados. Por ello, los investigadores consideran que las regiones que tienen la suerte de no haber experimentado altas temperaturas extremas hasta ahora, pueden ser particularmente vulnerables a los impactos de una ola de calor récord, porque no han tenido la necesidad de adaptarse, hasta ese momento, como ocurrió con la ola de calor sufrida en el 2021, en el oeste de América del Norte.
“Los formuladores de políticas y los gobiernos necesitan prepararse para eventos más allá de los registros actuales, particularmente con las tendencias causadas por el cambio climático antropogénico que aumentan la probabilidad de eventos extremos”, dice el artículo. “Instamos a los responsables políticos de las regiones vulnerables para considerar si los planes de acción de calor son suficientes para lo que podría venir”.
Las olas de calor son mortales, pero una adecuada preparación puede salvar vidas. La planificación anticipada puede reducir la mortalidad por el clima extremo. Por ejemplo, acciones para establecer centros de enfriamiento en las ciudades o la reducción de horas de trabajo para que los trabajadores puedan reducir los impactos de calor.
El estudio también incluye en la lista de puntos críticos otras regiones y países que también se encuentran en riesgo como Australia, el noroeste de Argentina, Europa Central y China, donde sí se produjeron olas de calor sin precedentes, es muy probable que millones de personas se vean afectadas negativamente.
El Niño y su costo
A las altas temperaturas ocasionadas por el cambio climático de este año, se suman los fenómenos meteorológicos de El Niño y La Niña. El Niño es la fase cálida de El Niño-Oscilación Austral, es decir, cuando el agua tropical del Océano Pacífico se calienta por encima de la media mundial.
Es parte del ciclo natural de temperaturas cálidas y frías del Océano Pacífico tropical, que incluye también el fenómeno llamado La Niña, que es la fase más fría de El Niño, es decir, el enfriamiento de las aguas tropicales del Pacífico.
Este fenómeno tiene gran alcance ya que altera los patrones meteorológicos en todo el mundo, y puede provocar inundaciones devastadoras, sequías que acaban con las cosechas, inviernos más húmedos y cálidos, o veranos más húmedos y cálidos, agudiza las temporadas de huracanes, la caída en picada de poblaciones de peces y un repunte de las enfermedades tropicales. Este fenómeno cuesta miles de millones de dólares en pérdidas en todo el mundo, principalmente en los países tropicales del Pacífico.
El costo económico de este patrón climático recurrente puede persistir durante varios años después del propio fenómeno y puede costar miles de millones de dólares en pérdidas, señala un estudio publicado en la revista Science.
En las últimas décadas, el cambio climático ha afectado los ciclos de este fenómeno, por ejemplo, entre 2020 y 2022 se tuvieron tres años extremos de La Niña, por lo que este año no se esperaba el regreso de El Niño, lo que podrá afectar la economía mundial hasta en 3 billones de dólares de aquí a 2029.
“El patrón global del efecto de El Niño sobre el clima y la prosperidad de los distintos países refleja la desigual distribución de la riqueza y el riesgo climático -por no mencionar la responsabilidad del cambio climático- en todo el mundo”, dice Justin Mankin, de la Universidad de Dartmouth. “El Niño amplifica las desigualdades más amplias del cambio climático, afectando desproporcionadamente a los menos resistentes y preparados de entre nosotros”.
Los investigadores observaron que la duración y magnitud de las repercusiones financieras sugieren que los países se están adaptando mal al clima que tenemos. Pero el costo de no hacer nada es aún mayor. “Necesitamos tanto mitigar el cambio climático como invertir más en la predicción y adaptación a El Niño, porque estos fenómenos no harán sino amplificar los costes futuros del calentamiento global”.
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