OPINIÓN HÉCTOR ZAGAL

Plagas

Es cierto que la naturaleza tiene un orden y a veces jugar con él, puede generar consecuencias terribles.

Plaga de ratones
Plaga de ratonesCréditos: Pixabay
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Estoy muy triste por la muerte de las palmeras canarias (phonix canariensis) de la CDMX. Junto con las jacarandas, son, o mejor dicho, eran, los árboles más representativos de la capital del país. Abundaban en parques y camellones, hasta el punto de que la estación del metro Xola es una palmera. Basta pensar en los Viveros de Coyoacán donde murieron 20 ejemplares y, a sus alrededores, 25 más. Estamos frente a una catástrofe que aún no hemos dimensionado. En esta ciudad, tan devota del asfalto, la muerte de palmeras añejas dejarán un hueco que tardarán años en recuperarse.

Este no es un artículo político ni busco culpar al gobierno. El asunto es aparte. Hay plagas en la Ciudad y debemos hacer algo para salvar a las palmeras que han sobrevivido y, sobre todo, plantar árboles que suplan las palmeras muertas.

Y les cuento esto, porque esta es la semana del Día Mundial del Control de Plagas.

Las plagas siempre han acompañado al ser humano, y en ocasiones, al mundo. Una de las más recientes es la plaga de langostas. No, no de esas que se preparan a la Therminor, sino de las que devoran las producciones agrícolas y nos dejan sin comida: las langostas del desierto. Apenas en 2019 hubo un repunte de estos insectos, el cual ha sido el peor en los últimos 25 años. Se trata de la plaga migratoria más peligrosa del mundo. Las zonas más afectadas se encuentran en África, por lo que la escasez ahí no tiene abasto. ¿Recuerdan la plaga de langostas de la Biblia?

La plaga de langostas afecta de mayor manera a África / Pexels

Algunas plagas han sido provocadas por el ser humano. En 1859 un colono inglés llevó dos docenas de conejos a Australia para la caza deportiva. Sin embargo, como no tenían depredador, rápidamente se propagaron por todo el país. Los conejos acabaron con las cosechas. El gobierno australiano introdujo zorros rojos para mitigar la plaga, pero lejos de funcionar, fue otro problema, pues los zorros se empezaron a comer a los koalas. Luego intentaron con varios virus, aunque tampoco sirvió debido a que los conejos fueron desarrollando inmunidad. Hasta la fecha, Australia sigue lidiando con ellos.

En los canales de Xochimilco hay varias plagas. Por un lado, está el lirio acuático, una planta flotante nativa del Amazonas. Se cuenta que la aristocracia porfiriana lo introdujo a finales del siglo XIX porque se veía muy bien. El problema estuvo en que esta especie es sumamente invasora. El lirio acuático no sólo desplazó especies nativas, sino que alteró el oxígeno del agua y dificultó la navegación.

Por otro lado, tenemos la tilapia africana y la carpa dorada. Hace tiempo, a algún genio se le ocurrió meter estas especies para mejorar la nutrición de los chinamperos y crear una nueva fuente de ingresos. No contó, sin embargo, con que ambos son peces devoradores, por lo que de inmediato comenzaron a alimentarse de la vegetación y de otras especies como el ajolote. Hoy el ajolote está en peligro de extinción.

Acabar con los devoradores también puede hacer que algunos animales se conviertan en plagas. Las palomas antes estaban controladas gracias a las aves rapaces. A medida que hemos acabado con estas últimas, las palomas se han convertido en un problema cada vez más severo. Destruyen edificios, generan suciedad, transmiten enfermedades y, por si fuera poco, propagan más plagas con sus insectos.

Las ardillas son un caso similar. Por un lado, no tienen depredador, y por otro, les damos de comer. Hace no mucho, Ciudad Universitaria se infestó de ardillas, alimentadas de los residuos que se generaba. Cuarenta toneladas de residuos diarios y la comida que los estudiantes le ofrecían a las ardillas bastaron para que la plaga se saliera de control. En muchas partes de la CDMX, el internet falla porque nuestras amiguitas muerden los cables. Las ardillas, además, se comen los huevos de muchas aves endémicas del centro del país.

Algunos dicen que el ser humano es la plaga más pestífera para el planeta. No me lo parece, pero sí es verdad que nos hemos comportado como depredadores. Es cierto que la naturaleza tiene un orden y a veces jugar con él, puede generar consecuencias terribles. Sin embargo, en ocasiones también puede dar buenos resultados como el jitomate en Italia, el cacao en África o los borregos en México. ¿Qué sería de la comida fusión sin este cruce entre el caos y el deleite?

Cuidado con las plagas creadas por los humanos.

Sapere aude! ¡Atrévete a saber!