OPINIÓN SERGIO ANZALDO BAEZA

Desconfianza a los medios de comunicación

Trabajar por la confianza de las comunidades marginadas permanece como asignatura pendiente de los consorcios mediáticos.

La nota roja provoca desconfianza.
La nota roja provoca desconfianza.Créditos: Pexels
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Tanto ha crecido la desconfianza en las noticias emitidas por los medios de comunicación tradicionales en el mundo que hace un par de años la Universidad de Oxford puso en marcha el programa de investigación Trust in News Project para analizar este fenómeno en Estados Unidos, Reino Unido, Brasil e India. El pasado18 de abril de 2023 presentó los resultados de 41 grupos de enfoque realizados en esos países, cuyo título por sí mismo apunta una de las principales causas de esta desconfianza: “Noticias para los poderosos y los privilegiados: cómo la poca y la mala representación de las comunidades desfavorecidas minan su confianza en las noticias”. 

Tres conclusiones y una consecuencia del estudio dan la pauta para reflexionar sobre el caso de los medios corporativos del país, mismos que han perdido el monopolio en la formación de la opinión pública nacional. Estas conclusiones también ayudan a entender algunas de las características del nuevo ecosistema informativo que está en proceso de consolidación en el país.

1. La nota roja que utilizan muchos medios como gancho para incrementar rating es vista con desconfianza por parte de las propias comunidades asociadas con la delincuencia y con la violencia. Consideran que son agredidas a nivel personal. Para este tipo de comunidades los medios tradicionales no sólo desconocen su realidad, sino que las perjudican al reforzar estereotipos nocivos. Desde el punto de vista de las comunidades el criterio editorial de los medios tradicionales, tv, radio y prensa, promueven un sensacionalismo que divide a la sociedad y la polariza. Al dividir a la sociedad en buenos y malos es evidente que la parte obscura la representan las comunidades marginadas que se alejan del estereotipo del éxito. 

2. Las comunidades socialmente desfavorecidas consideran que los periodistas carecen de la experiencia de vida imprescindible para comprender sus realidades. Desde su perspectiva, los prejuicios de los propios periodistas y comentaristas determinan los criterios editoriales de estos medios y la manera en que se encuadran en las noticias que las involucran. Por ello, estas comunidades no se sienten representadas, ni reflejadas ni identificadas en las versiones que difunden sobre ellas los consorcios mediáticos.

3. En Estados Unidos, Reino Unido y en la India los medios son percibidos como instituciones que refuerzan los intereses de los que ya son privilegiados y poderosos. Por ello, a los medios tradicionales, tv, radio y prensa, se les ve como instituciones que refuerzan el racismo, el clasismo o el sistema de castas en el caso de la India.

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Consecuencia. Ante este panorama es lógico que este tipo de comunidades prefieran consultar fuentes informativas locales porque, a su juicio, representan de forma más justa y completa a personas similares, a sus intereses y a sus problemas. En este contexto, los jóvenes explícitamente confían en personas no identificadas como periodistas profesionales o comentaristas certificados, y cuyos contenidos consultan en redes sociales, podcasts o en servicios de video online. Estos jóvenes constituyen la principal audiencia de los influencers porque sienten que hablan de manera fidedigna de sus preocupaciones y abordan los temas que realmente les importa.

Sin dificultad podemos extrapolar y aplicar las conclusiones de este estudio global al caso de México. Lamentablemente no contamos con mediciones sobre la evolución de la confianza en los medios de comunicación desagregadas por medio, por programa y mucho menos por comentarista que permitieran conocer con cierta objetividad la realidad puntual de nuestros medios de comunicación. Pero eso no obsta para aventurar algunas hipótesis.

La figura pública predominante de Andrés Manuel López Obrador y su narrativa de la 4T constituye una suerte de eje divisorio que define la posición general de los medios de comunicación en México. En un extremo aquellos que, por principio, reprueban todas y cada una de las acciones que emprende, aquí se pueden ubicar a la mayoría de los consorcios mediáticos: en el otro extremo encontramos a quienes aprueban, apoyan y promueven todos los proyectos de AMLO, aquí se ubican algunos medios tradicionales, pero, sobre todo, el nuevo entramado de canales y comentaristas que despliegan su actividad en redes digitales.

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En este caso, el propio AMLO encabeza la promoción de su 4T a través de sus propias conferencias matutinas. Su impacto y alcance han sido inesperados y tan significativos que recientemente la plataforma internacional Streams Charts lo clasificó como el sexto de los creadores de contenido hispanos, streamer, con mayor audiencia merced a sus 13 millones 200 mil horas de visualización contabilizadas durante el primer trimestre 2023, compitiendo con creadores de juegos y de canales deportivos de otras latitudes. De hecho, AMLO es el único político que, hasta ahora, lo ha logrado y también es el único streamer que metido a YouTube a esa competencia frente a la plataforma Twitch, la más socorrida por los streamers a nivel internacional. Tan inédito es su caso que la propia empresa tuvo que explicar las razones por las cuales lo incluyó. Refriéndose al AMLO Canal, Streams Charts argumentó: "el canal emite en directo durante un periodo de tiempo seleccionado, por lo que técnicamente forma parte del streaming en directo. El canal está asignado a una persona, no a una organización. Por eso está en la lista. Es un caso único".

Ahora bien, de acuerdo con las encuestas, más o menos el 60% de la población apoya explícitamente a AMLO y el 30 lo desaprueba. Si consideramos que México cuenta con una población cercana a 130 millones de habitantes, ambos porcentajes no son menores. Con estos datos podemos aventurar la hipótesis de que, en el caso de México, la desconfianza en los medios de comunicación tradicionales se ubica en alrededor del 60%, es decir, en el segmento de la población que no comulga con su perspectiva editorial. Por eso, este 60% representa la audiencia potencial de las mañaneras de AMLO y del entramo de los medios digitales que lo arropan. Y el otro 30% la de los medios tradicionales, que no deja de ser una barbaridad.

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Por su volumen, al parecer ninguno de los dos extremos está interesado en expandir sus respectivos nichos de audiencia. Su reto es mantener sus respectivas posiciones, por lo que, más que moderar sus criterios editoriales, es previsible su radicalización. Parten de la premisa de que sus audiencias están consolidades y, hasta los resultados de la elección del 2024, difícilmente se moverán. Para ambos extremos es un buen diagnóstico. Para uno significa asegurar la continuidad de la 4T; para el otro un negocio rentable con ascendencia política.

Siguiendo esta hipótesis, lo que nos depara a las audiencias es una radicalización de ambas narrativas. Esto no es una buena noticia para una evaluación pública sosegada de la gestión gubernamental. Previsiblemente asistiremos a un siguiente nivel de confrontación entre ambos criterios editoriales desatada por los resultados de la elección del Edomex. Ninguno de los bandos se va a asumir como perdedor. De cualquier forma, trabajar por la confianza de las comunidades marginadas permanece como asignatura pendiente de los consorcios mediáticos.

18 de abril de 2023. Reuters Institute. University of Oxford