El Covid-19 dejó una crisis en el lugar que muchos sentían seguro: su propio hogar. “Tu silencio me devasta, tanto que me duele el cielo”, lamenta Juanes la ley del hielo de su hija adolescente en “Vida Cotidiana”. Encerrados en casa, los malentendidos crecen más allá del techo. La rutina se quiebra con el hielo de la indiferencia y la impotencia de respirar libre. Sin embargo, la unión nunca desaparece y brilla en los momentos de reconciliación, ya sea por una disculpa, un abrazo, una canción o un baile.
Juanes presenta el décimo primer álbum de su carrera, “Vida Cotidiana”, en el cual, a través de 11 canciones, el colombiano nos presenta sus sentimientos, pensamientos y dolores de cuarentena con el sonido franco de su guitarra y su alma.
Al igual que muchas familias, durante la pandemia, Juanes enfrentó peleas y discusiones, al punto que pensó que su matrimonio, después de 20 años, había llegado a su fin. En “Gris”, reconoce sus errores, canta lamentos que se extienden con eco por el cielo nublado. Se atormenta con su propio fantasma en busca de perdón, que corre al ritmo de la incesante batería y cuyas lágrimas caen en el punteo de la guitarra.
Así mismo, desde la penumbra de su sala, la ventana de la televisión sólo le da malas noticias de un país, un continente y un mundo que sangra. En “Canción Desaparecida”, acompañado por la rapera Mabiland, Juanes recupera la conciencia social que lo ha caracterizado desde sus inicios. “Si este fuera mi último disco, ¿qué mensaje quisiera dejar?”, se cuestionó Juanes al ver las historias de aquellos que el viento y la tierra tragó: Sólo quisiera dejar una huella, para que no se repita en las próximas generaciones.
De la misma forma, en “Mayo”, Juanes deja un canto que busca paz para su mundo, su país, su hogar. Inspirado por las marchas de trabajadores en Colombia, Juanes pide diálogo, pide amor para encontrar una solución a tantos malentendidos.
Pero entre el dolor del encierro, también existe vida. En “Amores Prohibidos”, Juanes cuenta la historia de unos amantes clandestinos que encuentran la forma de encender su fuego, entre las sombras de un mundo desconectado e inquisidor. Con tambores tropicales y una guitarra “a lo Santana”, el colombiano inyecta sazón a estos encuentros sensuales y escondidos.
Juanes baila con un ritmo funky en “Más”, para invitar a su esposa a una noche especial. El calor de dos cuerpos juntos, derrite cualquier barrera. ¡Qué importa quién tenga la razón! El amor es suficiente motivo para seguir adelante, para sonreír, para perdonar. Mañana surgirá un nuevo problema, pero también una solución y un motivo más.
Pero si no funciona aquella invitación, Juanes recluta a Juan Luis Guerra, en “Cecilia”, para pedir perdón a su esposa Karen Cecilia Martínez. Al son del Caribe, ambos artistas integran sus voces en una oda a la reconciliación. Mirémonos a los ojos, mientras la cadera sigue las congas. Reconozcamos nuestros errores. Recordemos los atardeceres juntos, los besos, los “te amo”. Siempre podemos iniciar de nuevo. El día a día está lleno de dolores y silencios, aún tras el fin de la pandemia. Sin embargo, el perdón y el amor siempre serán el arma más fuerte ante cualquier discusión. La música es un gran aliado para el alma. Olvidemos por un momento el dolor y bailemos juntos la vida cotidiana.