La combinación del cambio climático, el creciente e insostenible consumo humano, junto con la sedimentación, son los ingredientes de una mezcla perfecta que está contribuyendo al declive de agua en más del 53% de los lagos más grandes del mundo.
Los lagos y embalses almacenan el 87% del agua dulce del planeta, lo que los convierte en un recurso fundamental para los ecosistemas terrestres, el consumo humano y el sustento de vida de los seres vivos.
La drástica reducción en las tendencias de almacenamiento de agua dulce más importantes de la Tierra está generando una crisis ambiental sin precedentes caracterizada por la sequía a ritmos cada vez más acelerados e intensos en todo el planeta.
Los lagos proporcionan agua para una gran parte de la humanidad, incluso más que los ríos, pero no estaban bien monitoreados. A pesar de su impacto y el papel clave que juegan estos cuerpos de agua para los ecosistemas del planeta se desconocían en gran medida las tendencias a largo plazo y los cambios en los niveles del agua, hasta ahora.
Con análisis basados en observaciones satelitales y modelos climáticos llevados a cabo por un equipo de científicos de Arabia Saudita, Estados Unidos y Francia, encabezados por Fangfang Yao, del Instituto Cooperativo de Investigaciones en Ciencias Ambientales (CIRES, por sus siglas en inglés) de la Universidad de Colorado Boulder, se desarrolló un nuevo modelo integral que permite rastrear las tendencias de almacenamiento de agua de los lagos y embalses y el origen de esas fuentes.
El equipo de investigadores combinó tres décadas de observaciones de una serie de satélites con modelos para cuantificar y atribuir tendencias en el almacenamiento de los lagos a nivel mundial y los resultados del estudio fueron publicados esta semana en la revista Science.
“Esta es la primera evaluación integral de las tendencias y los impulsores de la variabilidad del almacenamiento de agua en los lagos a nivel mundial, basada en una serie de satélites y modelos”, dijo Fangfang Yao.
Los investigadores utilizaron 250 mil imágenes de las cuencas de mil 972 lagos que representan el 95% del almacenamiento total de agua de lagos en la Tierra, capturadas por satélites entre 1992 y 2020.
Recolectaron las lecturas de los niveles de agua de nueve altímetros satelitales y utilizaron los registros de las mediciones recientes y de largo plazo; la combinación de los datos permitió a los científicos reconstruir el volúmen de agua de los lagos que se remontan más de tres décadas.
“Tenemos información sobre lagos icónicos como el Mar Caspio, el Mar de Aral y el Mar de Salton”, dijo Balaji Rajagopalan, investigador de CIRES. “Con este método novedoso podemos proporcionar información sobre los cambios en el nivel del agua de los lagos a nivel global”.
También midieron la desecación del lago Good-e-Zareh en Afganistán y el lago Mar Chiquita, en Argentina. “Estas son las huellas humanas y del cambio climático que se encuentran en las pérdidas de agua de los lagos y que se se desconocían anteriormente”, señalan los investigadores.
Los científicos afirman que los lagos en áreas secas y húmedas del mundo están perdiendo volumen, mientras que las pérdidas en los lagos tropicales húmedos y los lagos árticos indican tendencias de secado más generalizadas de lo que se creía anteriormente.
Entre 1984 y 2015, los satélites observaron una pérdida de 90 mil km2 de agua, un área equivalente a la superficie del lago Superior, en Estados Unidos (el más grande del mundo), mientras que en otros lugares se formaron 184 mil km2 de nuevos cuerpos de agua, principalmente en embalses.
En el caso de los embalses y presas existentes se suma otro efecto, el de la sedimentación que dominó parte de la disminución del almacenamiento global y su impacto ha sido mayor que el de las sequías o las lluvias.
Yao y sus colegas evaluaron las tendencias del almacenamiento en los embalses y presas, y descubrieron que casi dos tercios de los grandes embalses de la Tierra experimentaron pérdidas significativas de agua.
Como el cuerpo de agua dulce más grande de China, el lago Poyang, junto con la presa de las Tres Gargantas, así como la pérdida de agua del lago Meads, el embalse artificial más grande de los Estados Unidos.
Esta nueva metodología permite analizar el agua y proteger los servicios ecosistémicos esenciales que sustenta, también para analizar el almacenamiento de agua dulce, su suministro, entre muchos otros, pero principalmente se puede convertir en una nueva herramienta que facilite la gestión de los recursos hídricos superficiales del planeta.
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