OPINIÓN SERGIO ALMAZÁN

¡Sin prejuicios!

Esta marcha de la desnudez es el uniforme de nuestra naturalidad colectiva.

Cuerpos desnudos en el Zócalo
Cuerpos desnudos en el ZócaloCréditos: Cuartoscuro
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Este sábado 20 de mayo, las calles de colonia Roma y Juárez serán testigos de la Primera Marcha nudista de la Ciudad de México, cuyo objetivo es visibilizar la naturaleza del cuerpo y a su vez quitar los prejuicios de la estética corporal, descodificar la corporalidad y neutralizar el género. Es decir, ¡desnudar los miedos y liberar los prejuicios! Como dice el lema de la convocatoria.

Hace 16 años que el fotógrafo neoyorkino Spencer Tunick logró la hazaña de fotografiar a 20 mil personas desnudas en el Zócalo, es decir, por primera vez, 20 mil asistentes uniformados de su piel irrumpían a una moral mustiona y panista que antes que el sol acechara la plancha de la plaza mayor de la ciudad de México se despojaron no sólo de la vestimenta sino de los prejuicios, los estereotipos y el miedo al juicio: “ni te van a ver entre tantos encuerados” me repetían burlona y socarronamente mis conocidos que trataban de negar o desaprobar que me atreviera a asistir para “encuerarme”.

Ya en su momento, como una forma de protesta por el incumplimiento de los derechos campesinos, el Grupo de los 400 pueblos indígenas, en 2002 durante el foxismo, las calles de Paseo de la Reforma hasta la emblemática Cámara de San Lázaro y Gobernación fueron el escenario de los encuerados y encueradas que protestaban por las promesas históricamente olvidadas del campo mexicano. Era el inicio del siglo XXI y el cuerpo se convertía en el uso táctico de las protestas, de la desobediencia civil, en silencio y sólo con la desnudez corporal se decía todo.

Por lo que este sábado, la marcha que comienza en la Plaza Madrid, en la fuente de la Cibeles y terminará en el Ángel de la Independencia – ¡dónde más podría ser si es nuestro epicentro de todas las libertades exigidas, los reclamos y desmanes!– debe de ser una nueva forma de táctica y estrategia para una discusión mucho más profunda la desacralización de los cuerpos “perfectos” a los que la industria ha sometido, encasillado, juzgado y seleccionado lo bello, lo correcto, lo “normal”, lo “naturalmente artificial”. Al tiempo que invita a la expresión y la amplia discusión sobre las expresiones de fobia que consciente e inconscientemente hemos repetido en conductas discriminatorias e intolerantes antes nuestro cuerpo y de las y los otros.

Spencer Tunick en el Zócalo 2007 / Cuartoscuro

No se trata solo de “encuerarse”, se trata de quitar los juicios, las etiquetas, desnudar nuestros miedos, filias, fobias y comenzar a reflexionar sobre la importancia de respetar, proteger, cuidar, amar, compartir y erradicar todas las expresiones de violencia que se ejercen a nombre del patriarcal concepto del cuerpo y sus símbolos, donde se reduce a una mercancía que hay que mutilar, ajustar y vestir con los “valores” del juicio y la discriminación, el rechazo y el juicio.

Un cuerpo desnudo es una invitación a la reflexión sobre la denuncia, no es una exhibición, no debe de ser el objeto de nuestro juicio, asombro o valor, sino el ejercicio colectivo, el vehículo de la desobediencia civil colectiva organizada por un principio humano elemental: el respeto a todas las diferencias corporales, a todas las identidades sexuales, genéricas. Esta marcha de la desnudez es el uniforme de nuestra naturalidad colectiva. Sin miedo a nuestro yo, sin prejucio a la y el otro, sin etiquetas ni violencia. ¡A desnudarnos!