La vida marina se está adaptando a los enormes cúmulos de basura llamados “parches flotantes” que se mantienen en todos los océanos por la contaminación de los ecosistemas del planeta, principalmente por desechos plásticos.
Un equipo de científicos ha encontrado que diversas especies de invertebrados marinos, que generalmente solo habitaban en áreas costeras del Océano Pacífico Occidental, ahora viven y se reproducen en los plásticos que se acumulan en alta mar, en lo que se conoce como el Gran Parche de Basura del Pacífico.
El parche está compuesto por muchas y enormes concentraciones de desechos que se encuentran en varias regiones del norte del Pacífico –cuyo tamaño, contenido y ubicación son impredecibles–, pero se mantiene flotando en la corriente circular del océano llamada Giro Subtropical del Pacífico Norte Oriental desde hace años y aumenta constantemente de tamaño con la basura que continuamente se arroja.
De acuerdo con la investigación de un grupo de científicos de Canadá, EE. UU. y Países Bajos, encabezado por Linsey Haram, del Centro Smithsoniano de Investigación Ambiental, en el océano abierto la basura flotante proporciona hábitats a las especies marinas que les permiten vivir lejos de las costas y dispersarse, e incluso pueden viajar miles de kilómetros durante varios años.
Los científicos identificaron 484 especies de organismos invertebrados marinos en la basura flotante del Giro Subtropical y, de acuerdo con los resultados de la investigación publicada en la revista Nature Ecology & Evolution, encontraron evidencia de que hay especies costeras vivas en el 70.5% de los desechos analizados.
Este hallazgo representa un nuevo tipo de comunidad ecológica del océano que han llamado “comunidades neopelágicas”.
“Mostramos que la altamar está colonizada por una diversa gama de especies de costas, que sobreviven y se reproducen en mar abierto, contribuyendo fuertemente a la composición de la comunidad flotante”, señalan los investigadores en el artículo.
Las especies localizadas componen 37 variedades de invertebrados, la mayoría originadas del Pacífico occidental, es decir, de América del Norte, que superan por tres veces el número de especies pelágicas encontradas en la basura flotante.
Asimismo, el estudio demuestra que no hay limitaciones fisiológicas o ecológicas, como se suponía anteriormente, sino simplemente no existe ningún sustrato en el océano abierto para ser colonizado por las especies costeras. La basura se ha convertido en ese nuevo “medio ambiente” para vivir en comunidad, a donde las corrientes marinas lleven los parches.
Parches de basura como colonias
En su teoría de la evolución, Charles Darwin sostenía que la selección natural hace que las especies y/o sus poblaciones se adapten a su entorno con el paso del tiempo y que esta selección natural está determinada por el medio ambiente, ya sea estable o cambiante. Estas adaptaciones al medio ambiente son características que se heredan a la descendencia del grupo o individuos.
De esta manera, las especies halladas por el equipo de Linsey Haram –entre las que hay crustáceos, medusas, pólipos, corales, anémonas, hidras, entre otros– demuestran su capacidad de adaptación al medio ambiente contaminado por el ser humano.
Con frecuencia, las balsas naturales, compuestas de ramas, troncos, follajes o piedra pómez de erupciones volcánicas que flotan en el mar, contribuyen a la dispersión de especies costeras, pero no suelen perdurar en mar abierto, tienen una vida relativamente corta. Se descomponen en el mar en cuestión de meses o pocos años, se hunden, se biodegradan o son consumidos por animales marinos.
Pero los materiales antropogénicos o humanos, en este caso la basura plástica, actúan como balsas oceánicas que perduran mucho más tiempo. Persisten en los ambientes marinos hostiles y tardan decenas o centenas de años en degradarse. La basura se ha convertido en el vehículo para llevar nuevas colonias donde nunca antes han llegado.
De hecho, los "parches de basura" que abundan en los océanos de todo el planeta no son islas, pero sí cúmulos muy grandes y continuos de desechos que en algunos casos son visibles fácilmente. Incluso es posible navegar entre ellos y ver muy pocos o ningún escombro en la superficie del agua.
Por ello, los investigadores señalan que es difícil estimar el tamaño de estos parches, dado que los bordes y el contenido cambian constantemente con las corrientes oceánicas y los vientos, que hacen que se mezclen continuamente y se dispersen ampliamente, tanto en grandes áreas de superficie marina como en la parte superior de la columna de agua.
Los resultados de esta investigación son una muestra de los efectos de la contaminación de los ecosistemas marinos.
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