Es una opción laboral cada vez con mayor crecimiento; parte de la economía formal y precarizada en nuestro país. El trabajo de entrega de las plataformas digitales fue la opción creciente en plena emergencia sanitaria y llegó para quedarse esta forma de autoemplearse en el mundo. Este fenómeno de repartidores es cada vez más demandado por el fácil acceso debido a sus mínimos requisitos que solicitan las empresas que ofrecen este servicio de entrega a domicilio. Y evidencia la desigualdad laboral de género que persiste en nuestro país.
En el contexto de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, uno de los temas cada vez más estudiados y discutidos entre los colectivos feministas y de organizaciones laborales es la inequidad de género y precarización de los empleos para las mujeres. El caso de las plataformas de reparto digital en nuestro país hay una enorme inequidad y vacíos legales que puedan garantizar el libre ejercicio laboral de las mujeres, en calles y barrios de nuestra ciudad donde son espacios vulnerables para la seguridad de las mujeres repartidoras.
Ante este fenómeno del autoempleo de plataformas digitales, universidades, institutos y colectivos feministas han realizado estudios al respecto, con revelación de datos que nos ponen sobre la mesa enormes brechas, asuntos y vacíos legales que requieren de profundas discusiones en las instancias de gobierno que protejan no sólo derechos laborales sino temas de seguridad en el espacio público.
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La Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (Envipe, 2022) expresa en su informe que el área Metropolitana del Valle de México es la zona con mayor nivel de incidencia delictiva e inseguridad en el espacio público para las mujeres, el 50 por ciento de ellas se sienten en riesgo al realizar entregas en ciertas colonias o alcaldías y se incremente un 75 por ciento después de las 7 de la noche por todo el Valle de México y un 20 por ciento de ellas han sido víctimas de robo o violencia sexual sin que las empresas de plataformas digitales se responsabilicen de los actos de inseguridad al que son expuestos sus socios y socias.
Uno de los datos que resulta muy revelador en esta encuesta tiene que ver con los noveles de escolaridad que tienen los empleados y empleadas repartidoras de entrega a domicilio, porque contrario a lo que se cree, el 50 por ciento de ellos tienen nivel medio superior de estudios, mientras ellas 65 por ciento y un 30 por ciento con niveles superiores; pero aumenta el promedio de mujeres con estudios inconclusos. Siendo las mujeres repartidoras en un 75 por ciento quienes tienen dependientes económicos frente a un 70 por ciento de los hombres. A pesar de que las jornadas de trabajo son similares entre ambos géneros –un promedio de nueve horas al día–; ellas ganan menos, en promedio 1,900 pesos a la semana, ellos 2,300 pesos.
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Y esta diferencia salarial quizá se deba a que sólo el 27 de las mujeres utilizan la motocicleta para transportarse y hacer sus entregas, frente a un 60 por ciento de los hombres lo que precariza y genera desventaja en el servicio y tiempos de entrega. La bicicleta es el medio principal para su trabajo de las mujeres que también tiene que ver con el valor cultural y social sobre el uso de la motocicleta en ellas vs. los hombres, a quienes incluso, según la encuesta un 45 por ciento son apoyados en casa para el pago de las mensualidades en la adquisición de este medio de trabajo mientras que sólo un 8 por ciento de ellas les apoyan en casa.
Aún falta mucho por romper la brecha de género, el techo de cristal y ser más equitativos e igualitarios en las condiciones de trabajo de las mujeres en nuestro país y continente. Un tema urgente y emergente en las empresas, en las discusiones legislativas y en las familias sobre el derecho de equidad de género en lo laboral.
Abramos la discusión: @salmazan71