HÉCTOR ZAGAL

Sacrificios a Tláloc

Tratar con Tláloc era un tema tan delicado como serio, pues el dios de la lluvia era, por decirlo de alguna manera, “bipolar.

.Pieza 'Olla Tlaloc con mascarón' perteneciente a la cultura Mexica, expuesta en el Museo Nacional de Antropología.
.Pieza "Olla Tlaloc con mascarón" perteneciente a la cultura Mexica, expuesta en el Museo Nacional de Antropología.Créditos: EFE.
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Hoy, 26 de marzo, Día Mundial del Clima, les pregunto: ¿han escuchado hablar sobre la danza de la lluvia? O permítanme hacerles una pregunta más directa: ¿han clavado un cuchillo en la tierra para ahuyentar las precipitaciones de los cielos? Parecen detalles pequeños, supersticiones de abuelos; pero lo cierto es que estas creencias revelan una preocupación constante por controlar el clima, característica propia de todas las civilizaciones, especialmente las agrícolas.

Los teotihuacanos, los mexicas y gran parte de las civilizaciones del Valle de México expresaron esta preocupación mediante la figura de Tláloc, dios de la lluvia, el agua y la fertilidad. 

Tláloc era uno de los dioses más adorados de la civilización mexica. Tan sólo hay que leer las descripciones de las crónicas españolas para verlo. En ellas se nos cuenta que la torre más alta del Templo Mayor, el centro de la vida religiosa de los mexicas, estaba dividida en dos. La primera parte estaba dedicada a Huitzilopochtli, dios de la guerra y patrono de Tenochtitlán, mientras que la segunda se ocupaba para dar culto al dios Tláloc. 

No crean que era fácil rendirle tributos. Tratar con Tláloc era un tema tan delicado como serio, pues el dios de la lluvia era, por decirlo de alguna manera, “bipolar”. Tláloc tenía la facultad de hacer fecunda la tierra, para que de ella brotara la abundancia del maíz, el chile, el tabaco, el agave y demás. Pero también tenía el poder de causar sequías o provocar grandes desastres naturales que destrozaran la agricultura. Sí, pobres de aquellos a quienes les tocó verlo enojado…

Para mantener contento a Tláloc le ofrecían, al igual que con otros dioses, sacrificios humanos. Si bien esto ya es alarmante, se pone peor cuando nos enteramos de que los sacrificados eran niños. En efecto, Fray Bernardino de Sahagún menciona en sus textos que se realizaban sacrificios de niños tanto en templos como en lagunas, ríos, ojos de agua y cerros. Las prácticas más comunes eran dos: o se les sacaba el corazón o se les ahogaba. 

Algunos historiadores explican que se escogían niños pues éstos representaban a los tlaloques, ayudantes de Tláloc que comúnmente eran representados como deidades pequeñas. Es muy probable que así haya sido. En el 2020 se encontraron los restos de 42 niños en las ruinas del Templo Mayor. Junto con ellos, también se descubrieron elementos asociados a Tláloc, por lo que se concluyó que no sólo fueron ocupados para sacrificios en su nombre, sino que además lo hicieron portando vestimentas y decoraciones similares a las que los tlaloques.

Hoy parece que hemos vuelto a provocar la ira de Tláloc. Se vienen tiempos difíciles para el país debido la escasez del agua. Es sorprendente que más del 70% del agua dulce que se gasta en el mundo se ocupe tan sólo en la agricultura. Como individuos, tenemos la responsabilidad de cuidar el agua y regular nuestro consumo. Sin embargo, también hacen falta soluciones a gran escala. Un nuevo sistema donde la agricultura se haga cada vez más eficiente y se gaste menos agua sería el comienzo perfecto para hacerle frente a una adversidad que se avista no muy lejana. 

Sapere aude! ¡Atrévete a saber!

@hzagal