“No sé cuál es la cara que me mira
cuando miro la cara del espejo;
no sé qué anciano acecha en su reflejo
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con silenciosa y ya cansada ira”.
Jorge Luis Borges.
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Hoy es día mundial del glaucoma, una enfermedad que afecta el nervio óptico y puede llevar a la ceguera si no se trata adecuadamente. Poner este tema sobre la mesa es relevante, porque el glaucoma es la primera causa de ceguera irreversible.
Los más propensos a padecerlo son personas con una miopía especialmente alta, individuos con familiares que lo hayan padecido o gente mayor de cuarenta años. De hecho, conforme aumenta la edad, mayor es la probabilidad de padecer glaucoma. Ello me recuerda una frase de Goethe que Borges, quien murió ciego, alguna vez citó: “Todo lo cercano se aleja”.
Goethe se refería a que, con el crepúsculo (metáfora de la vejez), todas las personas cercanas se van perdiendo. Borges la complementaría con una idea más: durante el lento proceso de la ceguera, el mundo visible se aleja de los ojos del ciego. Los objetos, las formas, los rostros y finalmente los colores: todo se va perdiendo.
Mi padrino, a quien quise mucho, era ciego por glaucoma. Siempre me impresionó la agudeza de sus otros sentidos. El olfato y el oído estaban mucho más desarrollados que los de la mayoría de las personas. Pero esta impresión no es algo mío. Desde la antigüedad, se creía que la ceguera estaba asociada con otras habilidades como la capacidad de ver más allá del presente.
El famoso adivino Tiresias, personaje que aparece tanto en la “Odisea” como en “Edipo rey”, era ciego. Su falta de visión física, no le impidió advertir que la desgracia de Tebas se debía al parricidio e incesto cometido por el rey Edipo. Al final de la misma historia, Edipo se saca los ojos pues con ellos ha visto la desnudez de su madre con quien ha engendrado hijos.
Los seres humanos necesitamos de todos nuestros sentidos. El COVID-19 hizo sentir a muchos lo que es vivir durante unos días con el olfato y el gusto disminuidos. Pero la vista es un sentido necesario clave para la vida ordinaria. Mi padrino, por ejemplo, no podía comer con facilidad un pedazo de filete, necesitaba de ayuda de alguien de confianza para firmar documentos ante notario y debía ser muy atento con el tacto al pagar con billetes. Imaginen, por ejemplo, en las dificultades para pagar en una tienda con tarjeta de crédito.
De la muerte mi padrino al día de hoy, ha habido muchos avances que facilitan la vida de quienes padecen una discapacidad visual, audiolibros, procesadores de palabras que leen en voz alta, braille en los cajeros automáticos. Aún queda un largo trecho por recorrer. Intenten, por ejemplo, tomar un avión en un aeropuerto con los ojos cerrados…
Vale la pena cuidarnos la vista. Diagnosticado a tiempo, el avance del glaucoma puede contenerse. Visitemos al oftalmólogo un par de veces al año.
¡Sapere aude! ¡Atrévete a saber!
(Escrito por Héctor Zagal con la colaboración de Oscar Sakaguchi, quienes conducen el programa de radio “El Banquete del Dr. Zagal)