Por quinto año consecutivo, el pasado 8M hicieron, las mujeres hicieron suyo el espacio público, las calles y principales avenidas de la Ciudad de México con un motivo común: la visibilización de las luchas y reclamos feministas tras una cifra apabullante en nuestro país, al día 10 mujeres mueren por violencia de género. Y como gritaban a su paso por Reforma y la Glorieta de las Mujeres que luchan: ¡Seríamos más, si no nos mataran!
Eso ocurría en la multitudinaria manifestación de colectivos feministas, de madres que buscan a sus hijas desaparecidas, de mujeres indígenas, de familiares de víctimas de feminicidio y desaparición, mujeres con discapacidad, universitarias, de la sociedad civil, estudiantes, reporteras, ingenieras, abogadas, amas de casa, organizaciones civiles sindicales, mujeres de la zona conurbada… todas ellas en un solo grito: Disculpen las molestias, pero nos están matando. Se lo debemos a las que no volvieron…Las arengas y consignas retumbaban quizá hasta adentro de los edificios de Estado, aunque sus vallas de metal quisieran detener los gritos y las consignas, allá en Palacio Nacional, su inquilino celebraba con su gabinete femenino y sus mejores seguidores: Marcelo Ebrard, Claudia Sheinbaum y Adán Augusto López el oficialismo del día de la Mujer. Sin el compromiso real, legítimo, institucional de detener la enorme y profunda cicatriz y herida abierta de los feminicidios, desapariciones y violencia hacia las mujeres que a diario se vive en nuestro país. Una simulación de Estado que cobra vidas.
Por parte de las mujeres del gabinete, ninguna de la opción de la deslavada izquierda mexicana hace eco, se pronuncia y se compromete con la agenda de los colectivos que trabajan en pro de los derechos y protección de la vida y la equidad de género. Su silencio es tan violento como esas vallas y esos gases de “extintores” con que responde a la legítima proclama y exigencia de ellas que marcharon, que tomaron el espacio público, una vez más, para exponer ante la realidad colectiva la carencia institucional para ser empáticos, responsables y contundentes en su compromiso por atender los Derechos Humanos de Género. La cancelación de la opción que representaba la izquierda en la inclusión, compromiso y aplicación de las leyes para responder responsablemente a la violencia que viven las mujeres y los grupos diversos en nuestro país, a lo que el actual gobierno no ha sido capaz de articular una estrategia de Estado que reconozca lo gravedad de la problemática social que enfrentamos en materia de justicia, impunidad, violencia y feminicidio.
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Y parece no haber voluntad por parte de ninguna de las servidoras públicas de las instituciones del Estado por tomar en serio las denuncias, los reclamos, las demandas, las peticiones, las miles de carpetas que se acumulan en las oficinas de los ministerios públicos, procuradurías y el propio Instituto de las Mujeres así como las voces que retumbaron en el zócalo, en la explanada del Monumento a la Revolución, en Paseo de la Reforma con un colectivo y contundente grito: ¡Disculpen las molestias, pero nos están matando!
La lista de temas pendientes por resolver y garantizar una vida libre de violencia para las mujeres se acumulan, sin que haya voluntad de Estado por combatir y prevenir las agresiones de género, por sostener refugios, por ampliar la cobertura de salud reproductiva y sexual a todas las regiones en un marco legal que garantice abortos no clandestinos que ponen en riesgo la vida de ellas, transporte público seguro así como que el espacio público no sea el hoyo negro donde desaparecen, violenten o discriminen a las mujeres.
El 8M no terminó en una simulación en Palacio Nacional con el presidente, es una lucha, reclamo y trabajo colectivo, social que no descansa ni se detiene, porque todavía las están matando.
Abramos la discusión @salmazan71