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'Desire, I Want To Turn Into You': la isla sonora de Caroline

La isla Polachek vibra y experimenta con sonidos significativos en la vida de Caroline, donde las olas calmas y agitadas, según la marea electrónica, te sumergirán a historias íntimas de dolor y amor.

'Desire, I Want To Turn Into You': la isla sonora de Caroline.
"Desire, I Want To Turn Into You": la isla sonora de Caroline.Créditos: Youtube/ Captura de pantalla.
Escrito en OPINIÓN el

Bienvenidos a la Isla Polachek, donde las olas calmas y agitadas, según la marea electrónica, te sumergirán a historias íntimas de dolor y amor. Aquí no se necesita bloqueador ni pudor, la libertad suena entre la brisa y las palmeras-guitarra. La jungla y los animales bailan con las voces del agua y los beats de rocas que caen por la montaña. Una isla de tantas que existen dentro de cada persona.

Caroline Polachek presenta su segundo álbum “Desire, I Want To Turn Into You”, donde a través de 12 canciones, abre el mundo de su mente para adentrarse (y adentrarnos) en el deseo de ser y sentir. Seduce con su voz de sirena a dejarse llevar, hasta ahogarse por completo en el océano del deseo.

Caroline experimenta con distintos sonidos para recrear los sentimientos que se mantienen ocultos. En “Bunny Is a Rider”, mezcla pequeñas campanas, risas de bebé y silbidos, con un beat cuasi tropical, mientras su voz repite las mismas sílabas. Está indispuesta, escapa del mundo con su propio ruido.

Por otro lado, busca la ilusión de (al fin) resolución en “Sunset”. Una guitarra western la acompaña tras una despedida, mientras camina sobre el horizonte al atardecer. Una escena que sólo vive en su imaginación, pues, en la realidad, la vida siempre continúa. La noche siempre llega, y con ella la mañana siguiente.

La isla Polachek vibra y experimenta con sonidos significativos en la vida de Caroline. Inicia una trilogía de canciones, a la que llama “Sweet Suite”, para dejarse llevar, como canoa en un río. Primero, en “I Believe”, llena de dramatismo con golpes orquestales un tema pop, extraído de los 80, cuyo baile la abraza y le da seguridad.

Seguida por “Fly To You”, Caroline integra dos artistas aparentemente opuestas, Grimes y Dido. Las tres voces, cada una con su personalidad, vuelan juntas por un cielo de drum n bass, que se rompe por campanas de iglesia. El viento electrónico difumina una guitarra, hasta que encalla al pie de una costa, llena de gaviotas glitcheadas.

Por último, en “Blood and Butter”, Caroline se deja envolver por completo en el deseo y el placer de rendirse a un nuevo amor, de sentirse tan cerca, como la tinta de un tatuaje por debajo de la piel. Celebra, como sus ancestros escoceses, al grito victorioso de una gaita y culmina su catarsis con violines de pluma.

Caroline da las últimas pinceladas de su paisaje mental, su isla Polachek, en “Billions”. Tras seducir a sus visitantes, con sonidos e instrumentos exóticos, con pensamientos y sentimientos íntimos, con voces brillantes, con puro deseo, ya somos un habitante más de este país insular. “Nunca me sentí tan cerca de ti”, canta el Coro Trinity de niños, mientras Caroline yace recostada en la arena de su playa, disfrutando del sol sobre su piel.