OPINIÓN ARTURO BARBA

La absurda cumbre climática en un país petrolizado: la COP28 de Dubái

Es el equivalente a celebrar una convención de derechos humanos en Israel, una sobre costas marítimas en Bolivia.

COP2023 en Dubai.
COP2023 en Dubai.Créditos: EFE
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Nada más absurdo que celebrar la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) o COP28, que se lleva a cabo desde el 30 de noviembre hasta el 12 de diciembre, en Dubái, Emiratos Árabes Unidos, un país que sustenta su fastuosa riqueza en el petróleo.

Es el equivalente a celebrar una convención de derechos humanos en Israel, una sobre costas marítimas en Bolivia, sobre anticorrupción en México, o sobre montañas en Países Bajos.

Y para colmo, el presidente de la cumbre es el ministro de industria y comercio y consejero del país árabe y delegado de la empresa nacional de petróleo y gas, ADNOC, el Sultán al Jaber, quien, de acuerdo con revelaciones del diario británico The Guardian, nueve días antes de arrancar la COP28 afirmó que “no existe ciencia” que respalde el hecho de que para evitar lo peor del calentamiento global se debe eliminar progresivamente el uso de combustibles fósiles.

Pero si algo se tiene claro desde la ciencia que se genera a nivel mundial impulsada, recopilada y difundida en todo el mundo por el Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) de la ONU, es que desde hace varias décadas existe la certeza de que si no se reduce de forma acelerada la quema de combustibles de origen fósil, no se cumplirá con el objetivo de mantener el incremento de la temperatura global por debajo de los y 2º Celsius –preferentemente en 1.5°C– para 2050, como se estableció en el Acuerdo de París.

El sultán representa a muchos de los políticos de países y dueños de empresas que son y han sido los principales responsables en arrojar los gases de efecto invernadero desde hace décadas, cuyos efectos han dañado a buena parte de la humanidad, principalmente los países pobres y de mediano desarrollo más vulnerables, como México.

Dr. Sultan Ahmed Al Jaber / EFE

Pero como no existen sanciones ni a empresas ni a países que han sido los principales responsables del desastre climático que ahora padecemos y que siguen siendo los mayores emisores de gases que están calentando al planeta, la situación no cambiará. La actual cumbre servirá para lo mismo que las anteriores: para nada.

Salvo para que funcionarios de todo el mundo, políticos de todos los niveles (incluidos presidentes y ministros), e incluso, empresarios y dueños de compañías contaminadoras y algunas organizaciones de la sociedad civil, presuman lo que no hacen y se dediquen al ya tradicional “turismo lobbyclimático”, que no busca llegar a los acuerdos sino más bien atrasarlos, estancarlos, como ha ocurrido hasta ahora.

En el Acuerdo de París, que resultó de la pasada COP21 en 2015, se estableció la necesidad de reducciones drásticas de combustibles fósiles, por ejemplo, reducir el 100% el uso del carbón, el 60% de petróleo y 70% del gas, para 2050. A ocho años de distancia de este último gran acuerdo surgido de una COP, lejos de reducirse el consumo de combustibles de origen fósil se ha incrementado un 16% a nivel global.

La inminente inevitabilidad de superar los 1.5°C

Un informe elaborado por 67 científicos de 24 países (ninguno de América Latina) que se expuso ayer en la COP28, titulado 10 New Insights in Climate Science (diez nuevas perspectivas en ciencia climática) una iniciativa conjunta de Future Earth, Earth League y el World Climate Research Programme (WCRP), se señala la inminente inevitabilidad de superar los 1.5°C del calentamiento global, una situación que implicara un aumento significativo de los riesgos y la incertidumbre climática.

Las investigaciones destacadas en este informe apuntan a un inminente rebase del 1.5°C en el corto plazo, salvo transformaciones verdaderamente radicales –que no llegarán ante el fracaso de las negociaciones a lo largo de ocho años y ocho COP’s–, llaman a minimizar el exceso de la temperatura y sus efectos tanto en magnitud como en duración y, al mismo tiempo, actuar para evitarlo.

Las expectativas para la COP28 girarán en torno a la eliminación gradual de los combustibles fósiles, un objetivo incorporado en los mandatos de varios gobiernos y defendido por el Secretario General de la ONU como parte de la Agenda de Aceleración en la Cumbre sobre la Ambición Climática de 2023”, señala el informe. “Para tener éxito, estas negociaciones deben cumplir con la financiación climática en apoyo de transiciones justas en los países de ingresos bajos y medios”.

COP 28 / EFE

Se destaca la naturaleza entrelazada de la pérdida de biodiversidad y el cambio climático, que requiere una cooperación institucional efectiva para lograr soluciones sinérgicas. Asimismo, dado que los impactos y las vulnerabilidades climáticas van en aumento, el informe de este año presenta avances en la comprensión científica de los “eventos compuestos” y la aceleración de la pérdida de glaciares de montaña.

Ambos aspectos son temas prioritarios para la planificación de la adaptación, especialmente debido a sus impactos en la seguridad alimentaria y disponibilidad del agua. La urgencia de la mitigación se ve reforzada por la urgente adaptación, especialmente para las regiones y segmentos más vulnerables de la sociedad.

Diez nuevas perspectivas científicas

Entre las nuevas perspectivas científicas se encuentran los siguientes: 1) Superar los 1.5°C se está volviendo rápidamente inevitable. Por ello se deben disminuir la magnitud y duración del exceso de calor como un factor esencial. Al excederse este límite del calentamiento los riesgos se vuelven cada vez más graves y los impactos para los seres humanos y los ecosistemas empeorarán en relación con la magnitud y la duración. Los impactos incluyen pérdidas y daños debido a la exposición a olas de calor y otros eventos extremos, especialmente en países tropicales (como México), así como una pérdida acelerada de la biodiversidad.

2) Se requiere una eliminación rápida y dirigida de los combustibles fósiles para mantenerse dentro del rango objetivo del Acuerdo de París. Las emisiones de dióxido de carbono (CO2) alcanzaron niveles récord en 2021 y 2022, al igual que los subsidios gubernamentales a los combustibles fósiles. Las emisiones de CO2 previstas durante la vida útil de la infraestructura existente para la producción y el consumo de combustibles fósiles ya superan el presupuesto de carbono restante, lo que supone un 50% de posibilidades de limitar el calentamiento a largo plazo a 1,5°C.

3) Es fundamental contar con políticas sólidas para alcanzar la escala necesaria para una eliminación eficaz del dióxido de carbono (EEDR). Los gobiernos deberían implementar una eliminación controlada y equitativa de la producción y el consumo de combustibles fósiles. Esto puede ayudar a promover la coherencia de las políticas y garantizar una transición energética acelerada y justa a medida que se amplían los sistemas de energía renovable.

COP28 / EF

4) La excesiva dependencia de los sumideros naturales de carbono es una estrategia arriesgada: su contribución futura es incierta. A pesar del aumento de las emisiones de CO2, una fracción relativamente constante de alrededor del 44% de estas emisiones en promedio, ha permanecido en la atmósfera durante los últimos 50 años. Eso significa que los sumideros naturales en la tierra y en el océano han aumentado su absorción de carbono junto con el aumento del CO2 atmosférico.

5) Es necesaria una gobernanza conjunta para abordar las emergencias interrelacionadas entre el clima y la biodiversidad. Ambas son el resultado del desarrollo económico y los sistemas sociopolíticos dominantes de las sociedades modernas, cuyos impulsores han promovido e incentivado modelos de producción y consumo que dañan el medio ambiente. Si bien estos factores se manifiestan en una amplia gama de presiones y su expresión varía localmente, algunos impactan tanto al clima como a la biodiversidad, como la deforestación y la agricultura intensiva.

6) Los eventos compuestos amplifican los riesgos climáticos y aumentan su incertidumbre. Ocurren cuando se presenta una combinación de factores y/o peligros que contribuyen a riesgos ambientales o sociales. Estos fenómenos abarcan escalas y tipos de interacción, incluidos fenómenos que habilitan a otros, aquellos que involucran múltiples variables, que ocurren en secuencia y en diferentes espacios, por ejemplo, las fuertes lluvias, los vientos extremos y las marejadas ciclónicas de huracanes.

Huracán Otis destrozó Acapulco / Cuartoscuro

7) La pérdida de glaciares de montaña se está acelerando. Dado que los glaciares de montaña se están derritiendo mucho más rápido que las capas de hielo, su pérdida de masa explica casi una cuarta parte del actual aumento del nivel del mar.

8) Aumenta la inmovilidad humana en zonas expuestas a riesgos climáticos. Las personas que no pueden o no quieren trasladarse desde zonas de alto riesgo pueden enfrentar desafíos aún mayores que aquellos que se mudan. Algunas comunidades afectadas por el clima enfrentan limitaciones económicas, políticas, socioculturales y físicas a la movilidad.

9) Nuevas herramientas para hacer operativa la justicia permiten una adaptación climática más efectiva. La adaptación en respuesta al cambio climático es desigual, en gran parte debido a un diseño, financiación e implementación injustos. Los informes sobre la brecha de adaptación del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente han mencionado cada vez más cuestiones de justicia.

10) Reformar los sistemas alimentarios contribuye a una acción climática justa. Por sí solos, los sistemas alimentarios son responsables del 31% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero (GEI) y son capaces de impulsar el calentamiento global hacia 2°C para 2100, salvo cambios significativos en el status quo.

Al mismo tiempo, más de 700 millones de personas enfrentan hambre, y grupos marginados como mujeres y niñas, grupos minoritarios raciales, étnicos y de castas, pueblos indígenas y pequeños agricultores se ven desproporcionadamente afectados por la inseguridad alimentaria y el cambio climático.

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