En 2019, Taylor Swift recibió el primer premio de “Mujer de la Década” por parte de Billboard. Su discurso se hizo viral por su potente crítica a una industria que utiliza a las mujeres y las pone a luchar entre sí. Aseguró que, a diferencia de los hombres, el éxito de las mujeres es cuestionado, juzgado y olvidado. Sin embargo, en los últimos años, gracias a mujeres fuertes (como ella), han prevalecido nuevos talentos que han trabajado duro por ellas mismas y han reivindicado su propio valor como artistas.
Cuatro años después, la revista TIME nombró a Taylor Swift como “Persona del Año”, por su gran impacto en las artes y entretenimiento, donde destaca el gran éxito de su gira “The Eras Tour”, la cual se estima que recaude más un billón de dólares, sin contar las ganancias que dejó en cada ciudad. Sólo en la Ciudad de México, los cuatro conciertos en el Foro Sol dejaron una derrama económica de más de 3 millones de pesos, entre mercancía, comida, hospedaje y transporte en los que invirtieron miles de swifties.
Los números quizá son suficientes para callar las bocas criticonas de este nombramiento, pero más allá del dinero, es la música lo que ha colocado a Taylor como la máxima compositora actual, como en su momento lo fueron Michael Jackson y The Beatles. Como dice el artículo, es su capacidad de contar historias lo que la conecta con cada fan que la escucha. A raíz de ese talento, ha creado todo un universo siempre expansible de ideas, momentos y objetos. Y ha logrado que toda una industria, que antes la juzgaba, ahora gire y viva de ella.
Las batallas de Taylor definieron su estrategia para resurgir, no como un ave fénix, sino como un Conde de Montecristo, cuya venganza fue el buen karma del trabajo, sin necesidad de ataques o espadas. Reclamó los pedazos de su alma bajó sus propios términos, para que ninguna disquera, y sobre todo ningún hombre, pudiera quitarle de nuevo lo que es suyo. Se convirtió en el ejemplo de una artista completa y dueña de sí misma. Solidificó las bases para una industria más equitativa.
De igual forma, con una sonrisa y buen carisma, logró que la película de “The Eras Tour”, recaudara millones de dólares, con el beneplácito de un sindicato de Hollywood en huelga. Demostró que las buenas acciones, basadas en una genuina compasión, tienen su recompensa; que la mayor victoria es triunfar sin perder tus valores ni mirar atrás.
Desde sus 16 años, Taylor vive bajo el bisturí de una industria hipócrita. Su imagen siempre se balanceó sobre el hilo que limita el gran ejemplo a seguir y una serpiente mentirosa. Recibió los constantes ataques de haters escondidos en pantallas. Limitó sus palabras por miedo al mazo del juez internet. Quebró su mente para recuperar aquello que la hace Taylor. Perdió amantes y canciones. Ganó su propio trono en la cima del mundo y de su corazón. Creó un camino de manos amigas para aquellos tan valientes que se atrevan a alcanzarla, porque sabe que la hermandad trae un mayor beneficio que una insana competencia. Porque el karma siempre vuelve y tu decides si será un gato o una serpiente.
En tiempos de inestabilidad, crisis y polarización, donde una palabra mal puesta terminaría en guerra, es necesario un poco de aire, de luz. Las canciones de Taylor irradian el calor de un abrazo. Es la amiga que ha crecido junto al menos dos generaciones; cuyas caídas, envueltas en música, son motor de esperanza para aspirar a un día más, un día mejor. Quizá no trajo paz al globo, pero sí alegría al mundo de cada uno que la escuchó.