ARTURO BARBA

Cáncer, mujeres y políticas públicas

El efecto del cáncer en las mujeres abarca fundamentalmente todos los aspectos biomédicos familiares y sociales relacionados con la salud física, psicológica y económica.

El efecto del cáncer en las mujeres abarca fundamentalmente todos los aspectos biomédicos familiares y sociales.
El efecto del cáncer en las mujeres abarca fundamentalmente todos los aspectos biomédicos familiares y sociales.Créditos: Shutterstock
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El efecto del cáncer en las mujeres abarca fundamentalmente todos los aspectos biomédicos familiares y sociales relacionados con la salud física, psicológica y económica al vivir o sobrevivir como paciente de cualquier tipo de esta enfermedad, pero además las mujeres están involucradas de formas más amplias y complejas con esta auténtica pandemia.

Incluso como personas sanas participan en actividades de prevención, detección y atención del cáncer, al ser parte del personal médico o trabajadoras de los sistemas de salud públicos y privados. Como cuidadoras fundamentales de familiares y amigos que padecen alguna de las múltiples formas de este mal; como investigadoras de alguna especialidad científica orientada al cáncer y también, aunque en menor medida, como responsables de formular políticas públicas.

Para analizar este complejo vínculo entre el género, cáncer y poder, La Comisión Lancet sobre mujeres y cáncer con el apoyo de la Organización Mundial de la Salud y otros organismos públicos y privados de varios países, publicó un amplio estudio sobre el sufrimiento que implica padecer algunas de las múltiples formas de esta enfermedad incluidos el de mama, cerviouterino, estómago, pulmón, etcétera.

Que vale la pena comentar y citar en este espacio, aprovechando que este mes de octubre es el mes de la lucha mundial contra el cáncer de mama (leer aquí).

También, analizó las formas en que el sexo y el género influyen en las exposiciones a los factores de riesgo de cáncer, las interacciones con el sistema de salud oncológica y los desafíos específicos a los que se enfrentan las profesionales del cuidado de la salud, las defensoras y las cuidadoras. En todos estos ámbitos, las mujeres son el blanco de prejuicios por motivo de género y de formas solapadas de discriminación, como la edad, el origen étnico, la situación socioeconómica, la orientación sexual y la identidad de género, que las marginan estructuralmente.

Esta infinidad de factores pueden cruzarse y restringir los derechos y oportunidades de una mujer para evitar los riesgos modificables de cáncer e impedir que busque y obtenga un diagnóstico rápido y una atención de calidad contra el cáncer.

Al mismo tiempo, sirven para sobrecargar injustamente y perpetuar una fuerza laboral no remunerada de cuidadoras de personas con cáncer que son predominantemente mujeres, y dificultan el progreso profesional de las mujeres como líderes en la investigación, el ejercicio de su profesión y la formulación de políticas públicas sobre el cáncer.

La Comisión Lancet analizó las asimetrías de poder predominantes en relación con el cáncer en tres ámbitos clave: la toma de decisiones, el conocimiento y la economía, y presentó un conjunto de diez acciones, con la recomendación general de que el sexo y el género se incluyan en todas las políticas y directrices relacionadas con el cáncer, para que todas las políticas respondan a las necesidades y aspiraciones de las mujeres en todas sus diversidades.

Entre los principales hallazgos del estudio se encuentra el hecho de que el cáncer se encuentra entre las tres principales causas de mortalidad prematura entre las mujeres en casi todos los países del mundo.

A nivel mundial, la salud de la mujer sigue centrándose en la salud reproductiva y materna, una construcción patriarcal que está alineada con definiciones antifeministas estrechas del valor y con los roles preestablecidos de las mujeres en la sociedad.

En particular, las mujeres tienen aproximadamente la misma carga de cáncer que los hombres, lo que representa el 48 % de los nuevos casos y el 44 % de las muertes en todo el mundo.

De las 2 millones 300 mil mujeres que mueren prematuramente por cáncer cada año, un millón 500 mil podrían evitarse mediante estrategias de prevención primaria o detección precoz, mientras que otras 800 mil muertes prematuras podrían evitarse si todas las mujeres de todo el mundo pudieran acceder a una atención óptima contra el cáncer.

En los países de bajos y medianos ingresos hasta el 72 % de las muertes por cáncer entre las mujeres fueron prematuras (en menores de 70 años), en comparación con el 36 % en los países de altos ingresos.

El estudio indica que no se han estudiadas con profundidad las implicancias sociales y las repercusiones económicas para las familias y las sociedades cuando las personas sufren cáncer, en cualquier país, a cualquier edad, lo que es especialmente grave para las mujeres que crían niños, cuyas muertes prematuras por cáncer dieron lugar a una cifra estimada de 1 millón de niños huérfanos de madre tan solo en el año 2020.

En general, el cáncer en las mujeres es menos susceptible a la prevención primaria que el cáncer en los hombres. Incluso las investigaciones sobre las causas del cáncer de mama, el más común entre las mujeres en todo el mundo, no se conocen bien y, tampoco los riesgos identificados; los vinculados con la genética y factores reproductivos, no son susceptibles al cambio.

Por ello, la Comisión Lancet urgió a la realización de más investigaciones para comprender mejor las causas del cáncer en las mujeres, incluidos los factores laborales y ambientales, algunos de los cuales solo se han planteado como riesgos potenciales en los últimos 5 a 10 años.

En muchos países, independientemente de la región geográfica o los recursos económicos, las mujeres tienen más probabilidades que los hombres de carecer de los conocimientos y el poder para tomar decisiones informadas sobre su atención médica. Es más probable que las mujeres sufran una catástrofe financiera debido al cáncer, con consecuencias calamitosas para sus familias, incluso si se dispone de atención oncológica de calidad.

El informe señala que el patriarcado domina la atención, la investigación y la formulación de políticas para el cáncer. Quienes ocupan los puestos de poder deciden qué aspectos de estas áreas se priorizan, financian y estudian. A nivel mundial, los hombres están sobrerrepresentados en los cargos de liderazgo de hospitales, centros de tratamiento e institutos de investigación.

De la misma manera, dentro del personal a cargo de la atención del cáncer, las mujeres están infrarrepresentadas como líderes, y hay cada vez más denuncias de experiencias frecuentes y graves de discriminación basada en el género, incluida la intimidación y el acoso sexual.

Asimismo, el cuidado no remunerado de personas con cáncer está, en gran medida, a cargo de mujeres. Se necesitan métodos nuevos para calcular el valor real del trabajo de las mujeres en la atención del cáncer.

El cuidado de personas representa un valor sustancial para la economía y destaca la necesidad de establecer estándares de remuneración justos e inclusivos para los cuidadores de personas con cáncer. El cuidado del cáncer no solo se debe reconocer sino también medir con un enfoque económico feminista que considere no solo su valor monetario sino los efectos del cuidado en la autonomía y el potencial económico de las mujeres.

Entre las acciones prioritarias que propone la Comisión Lancet para avanzar en un enfoque de género en el ámbito del cáncer se encuentran las siguientes:

1. Garantizar que los datos sobre sexo, género y otros factores sociodemográficos se recopilen de manera rutinaria en las estadísticas de salud oncológica, se informen públicamente y se actualicen.

2. Desarrollar, afianzar y aplicar leyes y políticas que reduzcan la exposición de niñas y mujeres a los riesgos de cáncer conocidos.

3. Investigar, supervisar y actuar sobre los riesgos emergentes de cáncer que afectan desproporcionadamente a niñas y mujeres, incluidos los factores laborales y ambientales.

4. Diseñar e implementar estrategias transformadoras interseccionales y de género para aumentar el acceso equitativo a la detección precoz y el diagnóstico del cáncer.

5. Crear conjuntamente sistemas de salud accesibles y receptivos que ofrezcan una atención respetuosa y de calidad para niñas y mujeres con cáncer.

6. Garantizar un acceso equitativo a los recursos de investigación del cáncer, liderazgo y oportunidades de financiamiento para las mujeres.

7. Desarrollar, consolidar y aplicar políticas que prevengan el acoso y la discriminación basados en el sexo en el personal a cargo de la atención del cáncer.

8. Integrar un marco de competencias en materia de género en la educación y formación del personal a cargo de la atención del cáncer.

9. Desarrollar y validar un enfoque económico feminista para los casos de inversión y otras evaluaciones económicas del cáncer.

10. Establecer, implementar y aplicar estándares de remuneración para todos los cuidadores de personas con cáncer que sean justos, equitativos e inclusivos.

Por otro lado, la Comisión Lancet analizó la amplia gama de instrumentos y prácticas nacionales e internacionales que incluye la legislación, regulaciones, casos judiciales, acuerdos internacionales, instrumentos administrativos, decretos y costumbres que tienen un inmenso poder para moldear las normas y comportamientos de individuos, comunidades, organizaciones y gobiernos y, como tal, impacta todos los aspectos de la prevención, la investigación, el tratamiento y el apoyo al cáncer.

La ley también es un factor esencial, aunque no siempre visible, para facilitar el acceso a la detección, el tratamiento y la atención del cáncer para mujeres y niñas. Los costos financieros directos e indirectos del tratamiento y la atención son barreras comunes para las mujeres afectadas por el cáncer, que también pueden carecer de autonomía financiera o independencia social.

Las leyes que conectan a las mujeres con los servicios sociales y el apoyo económico son cruciales para abordar las barreras únicas que enfrentan las mujeres. cuando buscan acceder al tratamiento y la atención del cáncer.

Estas incluyen leyes nacionales que garantizan la seguridad de los ingresos y la protección de la salud a lo largo de la vida de la mujer, y particularmente en casos de enfermedad, lesión, desempleo, parto, responsabilidades de cuidado o durante la jubilación y la vejez. También, sientan las bases para la regulación de los factores de riesgo de cáncer y crean los marcos de los sistemas de salud y la forma en que se llevan a cabo las investigaciones y el tratamiento del cáncer.

Pero se requieren leyes que reconozcan las causas fundamentales de la inequidad para las mujeres, que estén bien diseñadas y cuidadosamente implementadas, y que se utilicen de manera coordinada con otras respuestas no legales, como políticas, campañas de educación y promoción, acciones de organizaciones de la sociedad civil y estándares establecidos por organismos profesionales.

Comentarios y sugerencias: @abanav / abanav@gmail.com y sapiensideas.com