Una de las Alcaldías más apetitosas para cualquier funcionario y servidor público sin lugar a duda es Cuauhtémoc, por su ubicación geográfica dentro de la ciudad de México, además de ser una de las que más concentra bienes arqueológicos, artísticos y patrimoniales por incluir en su demarcación un tramo de Paseo de la Reforma, el Centro Histórico y las zonas arqueológicas de Templo Mayor y Tlatelolco. En lo económico el mayor número de agrupaciones de vendedores ambulantes -que representan un ingreso líquido de las cuotas por estar en el espacio público–.
Por estas mismas causas se convierte en una gran disputa territorial sobre las actividades cívico-políticas, las expresiones culturales partidistas y el resguardo, mantenimiento, presupuesto, operación, administración como el aprovechamiento. Más o menos, desde épocas de las regencias, más tarde jefe de gobierno y delegados, la Cuauhtémoc convivía y compartía los escenarios patrimoniales para hacer lucir en actos claves la Plaza Mayor, la Plaza de la República (monumento a la Revolución) y Paseo de la Reforma, se iban ajustando las agendas federal, local y delegación y de alcaldía para sus eventos masivos de pasarela política. Aunque todos estos monumentos, espacios naturales, zonas arqueológicas, edificios artísticos e históricos se resguardan y regulan con base y reglamentación de la Ley General de Bienes Nacionales que fue pronunciada en épocas de Vicente Fox en el año 2006 y su última reforma en 2016 como lo marca el DOF 01-06-2016.
La realidad es otra y la práctica de los usos, resguardos, aprovechamiento y descuido ha sido a modo y capricho; sobre todo en los últimos años en que los habitantes de la alcaldía Cuauhtémoc hemos sido rehenes de la soberbia de su dirigente Sandra Cuevas y la exjefa de gobierno Claudia Sheinbaum y ahora Martí Batres. Me tocó presenciar el despliegue y megalomanía política de la alcaldesa en el Foro Lindbergh en el Parque México donde uso el escenario para sus reclamos políticos –so pretexto la pinta con mensaje personal que hubo en la pérgola del escenario histórico de este icónico espacio– para luego de su berrinche ya no volviera a poner un pie y tengamos las obras inconclusas, porque como lo afirmó aquella mañana “es espacio que le toca resguardar al gobierno de la Ciudad de México e INBA–. Pero ahora que quiso apoderarse de la Columna del Ángel de la Independencia, como si la demarcación fuera suya, las calles, monumentos y espacios artísticos, naturales e históricos le pertenecieran para su beneficio, gusto o capricho. Bajo el argumento usando una ley no vigente y no correspondiente a la cita Ley de Bienes Nacionales del 98 desconociendo la modificada en 2006 y 2016; y más tarde, con pifias sobre la resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación ante la controversia que interpuso para su resguardo, aunque más parecía para hacer creer que es suya la obra artística de Rivas Mercado.
Su desmedida percepción de poder –tocando los márgenes de autoritarismo- la llevan a las desproporcionadas ambiciones de poder que la llevan al ridículo, con actos que ofenden la mínima inteligencia social de quienes habitamos esta demarcación y vemos día a día como los barrios, las calles, los espacios públicos se deterioran, se encuentran en abandono y sucios, sin mantenimiento o seguimiento a planes de mejora (cito la glorieta Popocatépetl, la zona de patos y el parque México o España en general; el Kiosco Morisco y su explanada; los jardines de la Plaza de la Ciudadela y alrededores de la Biblioteca México… etc).
Lo que ocurre con burda y grotesca evidencia de obsesión desmedida de poder de la alcaldesa Sandra Cuevas se reproduce en varias autoridades federales que consideran que la demarcación y todo lo que le contiene es suyo, les pertenece y se sirven de ellos, cuando son servidores públicos que les toca administrar como servidores públicos no servirse de lo público, es un problema de conceptualización de su función. En síntesis, los bienes nacionales (incluido la columna de la Independencia) es un bien nacional, y como tal constituye patrimonio nacional, de dominio público y es regulado, administrado y protegido por el Instituto Nacional de Bellas Artes en coordinación con la Administración competente local y/ o Estatal como lo marcan los artículos 1 y 3 de dicha Ley no es suyo señora Cuevas. No haga promesas de su uso porque por seguridad y protección civil no debe subirse al mirador como usted ha prometido.
Abramos la discusión: @salmazan71