“¡Bienvenidos a The Eras Tour!”, exclama Taylor Swift a sus fans en el Sofi Stadium de Los Angeles y a los miles de espectadores que gritan y lloran en las salas de cine del mundo. Todos gritan como si fuera el Foro Sol hace dos meses. Ahí está Tay-Tay, más cerca y nítida que en General. Puedes ver sus labios rojos, su sonrisa reluciente, sus ojos azules tan brillantes como su vestido de pedrería. Todos se levantan de sus butacas y cantan al unísono “Cruel Summer” junto a Taylor. Quieren que los vea, que sienta hasta Estados Unidos este amor por su música.
Taylor Swift presenta “The Eras Tour Film”, dirigida por Sam Wrench, una película que retoma sus conciertos de Los Angeles del 3 al 5 de agosto, como parte de su gira mundial, en la cual hace un recorrido por su carrera de más de 17 años e interpreta canciones de todos sus álbumes. La cinta fue producida de manera independiente, a pesar de la huelga de actores y guionistas de Hollywood, ya que Taylor garantizó que se respetaran las exigencias de todos los involucrados en la producción.
Adultos, jóvenes y niñas vitorean “You Belong With Me”. La música de Taylor ya ha trascendido por lo menos dos generaciones. Sus letras conectan con el sentir de cada persona; musicalizan tu propia historia de amor o desamor. No importa el sexo ni la edad, eres el protagonista de la aventura de crecer.
La sala se siente sin aire; se calienta. Taylor comienza a rePUTAr. Con el ojo crítico de la sociedad encima, Taylor ha reinventado su estilo más de una vez. En sus propias palabras, esta gira es una celebración y un agradecimiento a sus fans por permitirle experimentar con su música y mantener su sueño, a pesar de la adversidad del sistema.
En esta comunidad nadie juzga; todas somos amigas y hermanas Swifties. Las críticas de afuera se quedan ahí y, si alguna pasa, sólo seguimos el consejo de Taylor: “Shake It Off”, las sacudimos. Todas bajan de sus asientos hasta el frente de la pantalla, para bailar y cantar. En la oscuridad de la sala, brillan los vestidos, los diamantitos y las pulseras entre los flashes de cámara. Le dan a los haters de X el mejor golpe de todos: la felicidad de disfrutar quienes somos. Desde arriba, Taylor les da su bendición con una sonrisa.
La sala se enfría un poco para escuchar el “acoustic set”. “Our Song” y “You’re On Your Own, Kid” son las sorpresas de la noche. Taylor se abre con su público. Aún con el peso de toda la industria musical sobre sus hombros, Tay tiene inseguridad y dudas sobre su futuro; pensamientos que la asolan durante la medianoche. Sentimientos que los millennials (más que la Gen Z) experimentan en su día a día. Es en esas letras donde ella y su público encuentran un poco de catarsis; un ungüento para aminorar el dolor y recuperar fuerzas para el siguiente amanecer. “Estás por tu cuenta, niño. Puedes enfrentarlo”.
Pero no estás del todo solo. Aquí mismo tienes todo un círculo de hermanas, que se toman de las manos y dan vueltas frente a las butacas. Hay tantas que la línea se rompe y todas se unen en una gran bola de saltos y abrazos. Los lugares quién sabe dónde quedaron, todas las butacas son gradas generales de esta probadita de concierto, a quien (como su servidor) no pudo ir a verla en vivo. Sin embargo, el show en pantalla se complementa con la euforia del público. Un concierto a distancia, con amor real.
Taylor se despide y el público le agradece estas más de 2 horas de música. Los gritos de la sala son uno con los del SoFi Stadium. No puede ser una película, seguro ella nos ve. Esa sonrisa es especial para cada uno de nosotros. Seguro sabe qué alivio deja en nuestro pecho. Seguro sabe que las hermanas ya intercambian sus pulseras durante los créditos. Seguro sabe que los padres siguen esperando afuera de la sala. Seguro sabe que las lágrimas secas son por disfrutar cada momento de esta presente juventud. Seguro sabe que su música es parte de nuestra historia y nosotros, parte de ella.