OPINIÓN ARTURO BARBA

La venganza tecno-militar de Israel

El servicio militar obligatorio trae consigo la formación profesional y los vínculos sociales que influyen en la composición de la fuerza laboral de alta tecnología.

Ejercito Israel
Ejercito IsraelCréditos: EFE
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Sin duda alguna, Israel cuenta con las armas y la tecnología suficientes para destruir en unas cuantas horas o días, al grupo fanático y terrorista Hamás, arrasar lo poco que queda de las tierras palestinas y, lamentablemente, acabar con la vida de muchos de sus habitantes civiles inocentes.

Este poderío tecno-militar se empezó a forjar al finalizar la segunda guerra mundial en fábricas clandestinas, pero durante la primera guerra árabe-israelí en 1948, se convirtió es una necesidad apremiante para el nuevo país, por ello crearía la empresa estatal Israel Military Industries (IMI), que formaba parte del recién creado Ministerio de Defensa.

Su primer éxito ocurrió cuando judíos de todo el mundo llegaron a Israel para nutrir esta nueva industria, entre ellos el padre de la metralleta Uzi: Uziel Gal, quien emigró de la destruida Alemania nazi, y se uniría al Cuerpo Científico del Ejército israelí.

La innovadora arma se basó en un diseño sencillo y económico de piezas prefabricadas que facilitó su producción en masa. A pesar de tener deficiencias como ser imprecisa, pesada, y no tener un alcance mayor a los 100 metros, era fácil de fabricar y muy resistente, por lo que se convertiría en una arma confiable para la lucha cuerpo a cuerpo en el desierto.

Su simplicidad causó sensación, pronto se vendió a los ejércitos de todo el mundo e incluso se convirtió en el arma preferida de grupos criminales en todo el planeta.

También llegaría el estadounidense Adolph William 'Al' Schwimmer quien trabajó como ingeniero en la compañía Lockheed y emigró para fundar la empresa Israel Aerospace Industries (IAI), que modernizó y reparó aviones que fueron llevando a Israel, incluidos los jets franceses Mirage, que fueron clonados en 1969 y fueron conocidos como IAI Nesher.

Crearon la empresa Rafael, que produce misiles de diversos tipos entre ellos los misiles antiaéreos, misiles antibuque, así como los sistemas de defensa aérea “Domo de Hierro” y “Honda de David”.

Producen vehículos blindados como el tanque llamado Merkava, que se basó en tanques británicos, estadounidenses y los tanques soviéticos capturados de las guerras con los países árabes. Así como equipos de comunicaciones, entre ellos el programa Pegasus y otros mucho más sofisticados, que se usan en los sistemas de inteligencia y espionaje en todo el planeta, incluido México.

Israel fue el primer país en desarrollar los vehículos aéreos no tripulados para el reconocimiento y la batalla, la empresa Elbit Systems es la líder mundial de drones militares, que fueron los primeros en transmitir imágenes del campo de batalla en tiempo real. También cuenta con una amplia red de satélites militares y alrededor de 90 ojivas nucleares.

Este fue el antecedente del moderno complejo militar-industrial construido por Israel a lo largo de los años, gracias a una inversión de miles de millones de dólares cada año, que le permitieron forjar uno de los ejércitos más poderosos del planeta.

El gasto en defensa ha rondado entre el 30% y el 8% de PIB anual, pero además su inversión en innovación científica y tecnológica es fundamental: Israel es el país que más invierte en este rubro en todo el mundo, con entre el 4.8 % y el 5% de su PIB cada año.

Gran parte de esta inversión en investigación y desarrollo se orienta al sector militar, así como la formación de científicos, ingenieros y tecnólogos en diversas universidades de alto nivel internacional como la Universidad Hebrea de Jerusalén, El Instituto Weizmann de Ciencias, la Universidad de Tel aviv, la Universidad de Haifa, el Instituto de Tecnología de Israel (Technion), la Universidad Abierta de Israel, entre otras.

El vínculo cercano entre las fuerzas armadas israelíes, la industria de alta tecnología y las universidades, es la base de su poderío tecnológico. Los militares han impulsado esa relación como una acumulación de “capital militar” durante el servicio militar de las y los jóvenes, lo que contribuye a que los soldados sean veteranos y empleados en el sector de alta tecnología, tanto en empresas como en universidades.

El servicio militar obligatorio trae consigo la formación profesional y los vínculos sociales que influyen en la composición de la fuerza laboral de alta tecnología. Los estudiantes e ingenieros en formación se entrenan con el ejército, aprenden a manejar armas y equipo militar, y comprenden las necesidades y deficiencias del ejército.

Por ello, ante la barbarie del terrorismo de Hamás, sin duda observaremos la implacable venganza tecno-militar de Israel.

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