OPINIÓN SERGIO ALMAZÁN

Corte y Confección…

La ministra Norma Piña remarcó que su designación era una muestra incuestionable de que las mujeres mexicanas seguían rompiendo el techo de Cristal.

Norma Lucía Piña Hernández, nueva presidenta de la SCJN.
Norma Lucía Piña Hernández, nueva presidenta de la SCJN.Créditos: EFE
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Con una trayectoria de más de 3 décadas en la carrera judicial, la Doctora Norma Lucía Piña Hernández, es la primera mujer ministra presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) y lo relevante no es su llegada sino que un órgano institucional que en la última década ha transformado el concepto constitucional ampliando la protección de derechos humanos en materia de aborto, legalización de la marihuana con fines lúdicos o recreativos o la eliminación de la prisión preventiva e incluso su
declaratoria de inconstitucional a la Ley Eléctrica, haya tardado tanto tiempo en que una mujer presidiera este órgano judicial.

La ministra Piña, cuenta una anécdota: que en 1988 cuando llegó al Poder Judicial, preguntó a uno de los ministros dónde estaban los baños para mujeres y éste le respondió: “Usted se ha equivocado, aquí no el Instituto de Corte y Confección” (sic).

Esta respuesta retrata la profunda brecha de género que existía en los órganos públicos y en la cultura laboral donde se había normalizado las conductas y prácticas patriarcales que en muchos de los espacios laborales persisten. Por ello, resulta importante que la llegada de la doctora Norma Lucía como ministra presidenta de la SCJN sea de trascendencia cultural, de Derechos Humanos y de Género, como la prensa en su momento lo definió que se trataba de romper el techo de cristal que en materia de oportunidades para las mujeres y personas de la diversas sexual se pueda tener acceder a cargos que hasta hace unos días eran exclusividad de los hombres por cuestiones culturales.

A pesar de que la ministra presidenta ha dado un enorme paso al romper el techo de cristal que existe en la cultura patriarcal en nuestro país, aún quedan huellas introyectadas y normalizadas que poco a poco deben romperse, porque al recibir el nombramiento y pronunciar su discurso dijo.

“Me siento muy fuerte, porque sé que estamos aquí todas demostrando que sí podemos”. Y ya no hay que demostrar, el lugar
está dado por sus capacidades, su talento, su preparación, algo que los hombres no dicen, asumen que es propio, legítimo y consecuente su lugar y cargo. Es aquí donde comienza la ruptura de ese límite al que la institucionalización del varón había creído autorizar llegar a la mujer, y ese invisible y poderoso “techo de cristal” se ha roto desde hace algunos años y en ciertos espacios- Hoy día nadie debemos demostrar porqué están en el sitio que tenemos ganado a fuerza de inteligencia y trabajo. Esa es la naturalidad de equidad de Género a la que hoy apuesta la llegada de una mujer como presidenta de este órgano judicial.

Y es justo en este rubro sobre paridad de Género que ha marcado la ministra presidenta parte de su propuesta cuando era candidata a este cargo: valor para hacer frente el acoso sexual y la violencia de género, romper los techos de cristal que prevalecen en los diversos órganos e instituciones del Poder Judicial de la Federación, promover el manejo de presupuestos para programas y acciones que hagan posible una cultura con perspectiva de género, y respaldo para gestionar políticas públicas necesarias para alcanzar una real paridad.

Su llegada está marcando una ruptura en la normalización de las conductas machistas que aún se preservan y defienden como derecho natural en varias de las instituciones, puestos y cargos públicos y privados que se consideran exclusivos de los
hombres. Visibiliza, al mismo tiempo, la enorme brecha y profunda cicatriz de desigualdad y justicia que existe en nuestra cultura laboral, social y profesional para otro de los rubros que aún requieren una profunda atención y práctica las comunidades de la diversidad sexual donde es constante el rechazo, la violencia e inequidad de oportunidades educativas, laborales y profesionales. Y que se sintetiza en la misógina frase de aquel funcionario, hombre, machista y servidor público que respondió con una sentencia” aquí no es Corte y confección”. Ojalá que hoy día esos dichos estén cancelados en todo discurso de hombres y mujeres.

Abramos la discusión: @salmazan71