HÉCTOR ZAGAL

Postres monárquicos

La emperatriz Isabel, esposa de Francisco José de Habsburgo estaba obsesionada con su peso ideal.

Se dice que gracias a la obsesión de la emperatriz nació el postre favorito del emperador Francisco José: el “Kaiserschmarrn”.
Se dice que gracias a la obsesión de la emperatriz nació el postre favorito del emperador Francisco José: el “Kaiserschmarrn”. Créditos: Foto: Ilustrativa-Pixabay
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Algunas mañanas me suelo topar con un hombre que recorre las calles en su triciclo, vendiendo ungüentos milgragrosos y “agua para adelgazar”. No me da mucha confianza. ¿Cuál será el secreto de “agua para adelgazar”?

La emperatriz Isabel, esposa de Francisco José de Habsburgo tenía también su secreto para mantener una cintura de avispa: jugo de carne. La emperatriz de Austria estaba obsesionada con su peso ideal. Siempre se mantuvo en 50 kg aunque, para su estatura de 1.72 m, estaba baja de peso. Ella misma ideó una dieta rica en proteínas y había días en que lo único que comía era jugo de carne. Además, hacia mucho, pero mucho ejercicio.

Se dice que gracias a la obsesión de la emperatriz nació el postre favorito del emperador Francisco José: el “Kaiserschmarrn”. El nombre de este platillo significa “un desastre para el emperador”. Supuestamente, se llama así porque, durante un viaje a los Alpes, la emperatriz provocó un caos en la cocina: quería que le prepararan un postre ligero. “Kaiserschmarrn” es como una especie de crepas gordas revueltas con mermelada de manzana, ciruelas y pasas. ¡Vaya con el postre ligero! Sissi, por supuesto, no lo probó. Pero el emperador, quien tenía fama de glotón, se lo acabó por completo. Aquel desastre gastronómico resultó ser una delicia que se convirtió en el platillo favorito del emperador.

¡Qué suerte tenía la Corte de Viena! Y sí, que me perdonen los demócratas pero, para postres, yo soy monárquico. No sólo tenían el Kaiserchmarrn, sino también la Sacher-Torte. ¿La conocen? Es un pastel compuesto por dos biscochos de chocolate, unidos por una capa de mermelada de albaricoque y con un glaseado de chocolate negro.

Vayamos ahora a 1832. Estamos en el palacio del príncipe Metternich, canciller en el Imperio austriaco, enemigo de Napoleón. Metternich tenía invitados y quería halagarlos con un postre especial. Su jefe de cocina enfermo  y fue su aprendiz, Franz Sacher, quien se hizo cargo. Entre que improvisaba y experimentaba, preparó un pastel tan bueno que se volvió histórico.

El hijo de Sacher perfeccionó la receta y ahora es todo un secreto que se guarda en caja fuerte. La auténtica Sacher-Torte sólo se vende en el Hotel Sacher y se comercializa internacionalmente gracias la fábrica del mismo hotel. No es fácil de elaborar. Todo, desde la recolección de ingredientes hasta la preparación, se hace a mano (al menos eso dicen). Además, se necesitan cantidades y temperaturas exactas, así como un control de humedad muy preciso. Sin receta,  dicen, es imposible replicar.

Sapere aude! ¡Atrévete a saber!

(Héctor Zagal y Oscar Sakaguchi, coautores de este artículo, conducen el programa de radio “El Banquete del Dr. Zagal)