En el mundo hay 1200 millones de jóvenes de 15 a 24 años que representan el 16% de la población mundial. Y en nuestro país este rubro es de 38 millones, es decir la tercera parte poblacional; con todo lo que ello implica en desafíos de políticas públicas (educación, oportunidades, salud y crisis) y proyectos futuros como naciones.
A pesar de que los informes nacionales e internacionales en materia de dinámicas sociales de las juventudes apuntan sobre el cambio de dinámicas, percepciones y formaciones para el futuro al ser generaciones digitales, la desigualdad en el acceso, manejo y disponibilidad en las nuevas tecnologías sigue siendo motivo de desigualdad entre poblaciones no urbanas, indígenas y accesibilidad. Siguiendo los modelos internacionales y las metas que la Organización de las Naciones Unidas planteó para el 2030, como meta para los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), el mundo está en deuda con las juventudes en varios aspectos: equidad de oportunidades para una cobertura alimentaria; inequidad en la garantía de derechos humanos para poblaciones diversas en lengua, sexualidades y riqueza; falta de cobertura global en educación, salud y empleo.
El Informe Global sobre Edadismo que ha presentado el representante de la ONU, con motivo del Día Internacional de la Juventud parte de un principio: no hay ninguna nación miembro a este organismo que tenga estudios e investigaciones concluyentes recientes, sobre dinámicas y poblaciones juveniles por lo que se desconocen las necesidades y carencias específicas que puedan perfilar programas internacionales de desarrollo a estas poblaciones. Pero un común ha sido la discriminación por edad que se cruza con otras dos condiciones motivo de desigualdad: raza y sexo.
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Entre los muchos desafíos que enfrentan las poblaciones de jóvenes en el mundo y en especial los países de América Latina, incluyendo México, está acortar las brechas en las oportunidades de empleo, la participación política, la salud y la justicia entre edades y grupos étnico-urbanos, entre identidades sexuales diversas y las heteronormativas; lo mismo que entre sectores digitalizados y los que no tienen accesos a las tecnologías.
¿Qué significa el edadismo para los Estados? Es una limitante para el desarrollo sostenible, mientras que en las zonas agrícolas y regiones con presencia de grupos criminales y de narcotráfico como ocurre en varias localidades de nuestro país, los jóvenes son presa de estos sectores delincuenciales e ingresan al mercado “laboral” y a veces de esclavitud o explotación laboral, sexual y delincuencial reduciendo hasta un 20% su nivel de vida. Ser joven en estas zonas es un gancho de explotaciones.
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En sectores más urbanizados, las juventudes son discriminadas en empleos, en la vida política de sus países y la dinámica pública de las ciudades libres de violencia, mayor formación profesional o económica laboral. Se han precarizado los salarios y el futuro para estos sectores de las poblaciones, al grado que la alternativa ha sido, lo que hace medio siglo era más reducido: la migración como medio para proteger su vida, mejorarla o supervivencia.
La solidaridad entre generaciones como entre identidades sociales-sexuales ha sido uno de los temas que el foro internacional de jóvenes se ha promovido en estos días debido a las crisis emocionales, sociales, económicas, políticas, tecnológicas y de salud, derechos humanos y empleo que los jóvenes han experimentado y viven tras el COVID-19 que ha producido migraciones, desempleo y suicidios. Retos de las políticas públicas que debemos atender en breve porque los costos sociales son críticos.