Corrían los años revolucionarios en México y un grupo antimaderista atizaba los ímpetus democratizadores que el presidente Francisco I. Madero y su grupo intentaban promover tras los años dictatoriales de Díaz. Para lograr su objetivo, estos grupos usaban todos su recursos y medios para apaciguar los ánimos modernos de la política liberal en ciernes, encontrando en jóvenes artistas el medio de llegar a las masas a través de sus propuestas, como fueron el semanario El Ahuizote y la Revista Multicolor dirigidos y patrocinados por empresarios de extrema derecha.
Con ese contexto y esos medios comenzó en 1911 su trabajo como ilustrador el joven veracruzano Ernesto El Chango García Cabral, quien junto con Santiago R. de la Vega y Orozco, hacían ilustraciones, caricaturas y monitos con una desalmada tinta donde ridiculizaban a Madero. Y su política. Nadie ha podido atinar los motivos que llevaron a su férreo y punzante trazo, en especial de Ernesto García.
Un siglo más tarde, en tiempos de la polarización ideológico-social que vivimos con esa forma de hacer política de la actual administración –encumbrando la figura maderista como ejemplo del ataque mediático a la figura del presidente López Obrador–; de las resistencias al modelo de corrupción e impunidad entre los sectores sociales que sienten vulnerados sus intereses y formas ciudadanas de conducirse en sexenios y políticas anteriores y la violencia incontrolable… la revisión y curaduría de la exposición El Chango en Chapultepec sobre la obra del artista gráfico Ernesto García Cabral, es quizá un acercamiento al pasado que parece no superado.
El boletín de prensa del Complejo Cultural Los Pinos explica que se trata de una revisión y un viaje al pasado en la obra del cronista gráfico y artista visual que fue El Chango. Creo que se trata más de una mirada a las formas que la prensa ha jugado en la construcción colectiva del sentido y sentimiento con el Poder. El trabajo mostrado del artista es una excelente oportunidad para reflexionar sobre cómo el Estado, la política, el arte y la cultura popular construyen un sentido de identidad, de crítica, de juicio y en el caso de esta selección de trabajos de Ernesto García Cabral, un diálogo para las sociedades de a pie, por la cercanía que sus ilustraciones tienen con el público. Es decir, una voz gráfica al malestar colectivo que exorciza los miedos.
En la selección de más de 100 trabajos visuales de El Chango, el visitante al Salón Miguel de la Madrid del complejo de los Pinos encontrará una crónica en presente donde se visibiliza al Estado encarnado en el tata Cárdenas; las guerras, los líderes del poder, la cultura y el pópulo, divertido en una genialidad inmediata del trazo que convence y provoca reflexionar sobre la construcción empeñosa de la libertad de expresión que a fuerza de su luchas y sangre ha ganado su presencia necesaria en la escena pública.
¿Por qué decidir desempolvar los archivos gráficos de la prensa maderista y de la primera mitad del siglo XX y mostrarlos en los muros del símbolo del poder en México como fue la Residencia Oficial Los Pinos?... El chiste se cuenta sólo, el sentido de libertad se justifica con el ejercicio empeñoso de la política actual del pasado que ayuda a explicar, justificar o victimizar el presente. El Chango en tiempos de AMLO nos permite reforzar y exaltar los vicios y las virtudes de los inquilinos no de los pinos, sino de su símil: Palacio Nacional, logrando un perpetuo repertorio de los ideales políticos vs las realidades paupérrimas de la sociedad.
Vale la pena visitar esta muestra, que nos muestra y ejemplifica que el pasado nos vuelve a pasar en escenas de multitudes y rostros grotescos de tan caricaturescos que se nos parecen y reflejan en la actualidad.
Abramos la discusión: @salmazan71