Tras 32 meses de coexistir con el SARS-CoV-2 (el virus causante del Covid-19), podemos ver con tristeza lo poco que ha aprendido el mundo de las trágicas lecciones de la pandemia. De acuerdo con cifras de la OMS al día de hoy se contabilizan 6 millones 376 mil 502 muertes, aunque el número total de muertes asociadas directa o indirectamente a la pandemia (“exceso de mortalidad”) entre el 1 de enero de 2020 y el 31 de diciembre de 2021 es de aproximadamente 14.9 millones.
Podríamos pensar que los confinamientos, hospitalizaciones, las muertes solitarias, y las consecuencias que aún padecen millones de personas, serían una lección fundamental para la humanidad, para nuestros gobiernos y para las organizaciones internacionales, pero las noticias de estos días nos demuestran que no es así. Tras varios meses en los que se han reportado casos de la viruela del mono en distintos continentes, ahora la OMS declara emergencia global porque la presencia de la enfermedad ha alcanzado 74 países.
El Doctor Githinji Gitahi, quien encabeza la organización Amref Health Africa, señala que las herramientas para frenar la propagación de la viruela del mono han estado disponibles durante mucho tiempo, las políticas y los sistemas no han estado disponibles para proteger a los africanos que se han enfrentado a ella desde 1970, y señala que la OMS tiene 31 millones de dosis de vacunas contra la viruela (efectivas contra la del mono), conservadas en su mayoría en países donantes, y pensados como una respuesta rápida a cualquier resurgimiento de la enfermedad que se declaró erradicada en 1980. Él afirma que nunca se han liberado dosis para ningún brote de viruela símica en África.
Muchos gobiernos y organizaciones globales no pusieron suficiente atención frente al Covid-19 y tampoco a la viruela símica (una infección mucho menos contagiosa), y ahora el mundo entero entra de nuevo en alerta.
Son muchas las lecciones que debemos aprender de la pandemia del Covid-19. La primera es la importancia de las políticas de salud pública: los gobiernos que previenen y trabajan con la población obtienen mejores resultados. La segunda es la necesidad de confiar en la ciencia (que es infinitamente más precisa que los discursos políticos que tantas vidas condenaron a muerte). La tercera lección es el urgente fortalecimiento de los sistemas de salud y principalmente de la atención primaria: quienes pueden acceder a servicios de salud de calidad y contar con medicamentos tienen muchas más probabilidades de curarse. Un cuarto aprendizaje es el costo económico para los más pobres: la mitad de la población global sigue sin acceso a la salud y cada enfermedad los empobrece aún más.
La quinta lección que nos deja la pandemia es la importancia de la comunicación gubernamental que debe ser apegada a la ciencia, transparente, práctica y empática; los gobiernos que negaron la ciencia o privilegiaron sus agendas son aquellos donde el Covid-19 dejó más muertes.
Por último, la sexta lección va para las organizaciones internacionales; mientras se negocia el tratado sobre pandemias, se necesita liderazgo, llevar vacunas y medicinas a las comunidades más pobres, demandar a los países que compartan información precisa, exigir resultados a los gobiernos y ser una plataforma de cooperación internacional. Es urgente que aprendamos de las tragedias del coronavirus para no seguir condenados a repetirlas.