Durante toda la semana en diversos medios de comunicación, en los espacios públicos, en la agenda política de las dependencias y las oficinas de gobierno hemos visto guiños y expresiones de “apoyo” a la comunidad LGBTTTIQ+, como si se tratara de una postura incluyente y colectiva oficial y mediática. Ojalá sea cada vez más habitual erradicar discursos heteronormativos, actitudes cosificadas de personajes en los medios e incluso evitar discursos de homofobia y transfobia que se repiten hasta el cansancio en programas y actores de la televisión abierta sin que haya sanciones a discursos, chistes y personificaciones que agraden y denigran a personas de la comunidad LGBTTTIQ+. Necesitamos normalizar e incluir más mensajes educativos que cambien nuestra cultura de discriminación, violencia sexual y sexogenérica que tanto daño y vidas ha causado entre las comunidades diversas.
Hoy asistiremos como colectivos o como espectadores a distancia a la edición 44 de la Marcha LGBTQ+ y para muchos será el “carnaval de la inmoralidad”; para otros el día y espacio para denunciar, exigir y proclamar deudas del Estado en la protección y garantías de Derechos Humanos de esta comunidad que aún sigue siendo víctima y vulnerada en las seguridades mínimas que todo ciudadano y ciudadana tienen en su integridad e incluso en su vida que se pone en peligro en las calles de este país. Si consideramos que en 2021 se registraron 78 crímenes a la comunidad LGBTTTIQ+ de manera oficial y siguen sin ser esclarecidos, mucho menos juzgados a los responsables de tales asesinatos, nos puede dar una radiografía de la situación de desventaja que vive en este país una persona no heterosexual en la impartición de justicia.
Ser LGBTTTIQ+ en México es tan complejo como desigual, ya que sólo 12 estados del país tienen tipificados los actos de violencia o agresión, homicidio y discriminación hacia esta comunidad, lo que pone en desventaja en zonas que no cuentan con protocolos de atención a víctimas al llegar a los ministerios públicos o al momento de querer hacer una denuncia por violencia o discriminación de género. Lo que implica que tenemos subregistros de actos de violación a los derechos humanos de la comunidad diversa en nuestro país, porque en más de 20 estados no están definidos códigos y procedimientos para juzgar, perseguir o actuar en delitos que vulneran la integridad o incluso la vida de personas social y culturalmente consideradas diversas.
La Marcha del orgullo LGBTTTIQ+ es más que un día de desfile y carnaval, de lentejuelas, plumas, fiesta y muchas minorías diversas reunidas sobre Paseo de la Reforma; se trata de las voces colectivas de grupos que por décadas han peleado, denunciado, reclamado su presencia segura, vital, legal y libre de cualquier forma de discriminación, lejos de actos que atenten contra su persona; al tiempo que debe ser la memoria intangible e histórica de una lucha permanente por erradicar los esquemas y modelos heteronormativos, conservadores y violentos que han costado tantas vidas de la comunidad diversa. Ya que estas marchas anuales han permitido avances en distintas demandas como salud, integridad, libre de violencia o protección a la seguridad en los espacios públicos.
Aún nos falta mucho por avanzar y cubrir derechos, crear sistemas legales, capacitación a servidores públicos, planes y programas educativos y éticos que generen espacios más incluyentes, de respeto e integridad en la protección y promoción de los Derechos Humanos para entonces transformar la marcha del orgullo en una fiesta de las personas sin etiquetas ni miedos.
Nos vemos, escuchamos y compartimos hoy desde la plancha del zócalo de la ciudad de México para compartir la vida diversa en el marco de la 44ª. Edición de la Marcha del Orgullo LGBTTTIQ+
Abramos la discusión: @salmazan71