Uno de los principales atractivos ecoturísticos del área natural protegida del Caribe mexicano, los arrecifes coralinos, se encuentra en grave peligro debido a una enfermedad de origen desconocido que está devastando algunas especies de corales que conforman el Sistema Arrecifal Mesoamericano, el segundo arrecife de barrera más grande del planeta.
Entre 2018 y 2020 esta enfermedad llamada “pérdida de tejido de coral duro” (SCTLD por sus siglas en inglés) se ha convertido en una auténtica epidemia que ataca los corales del Caribe mexicano a una velocidad sin precedentes y se extendió por cientos de kilómetros, provocando una pérdida de corales nunca antes vista, con tasas de mortalidad de entre el 80% y el 94% en algunas especies.
“Esta enfermedad emergente probablemente se convierta en la perturbación más letal jamás registrada en el Caribe”, señala la investigación publicada esta semana en la revista Communications Biology del grupo Springer Nature, y realizada por un equipo de investigadores mexicanos encabezado por Lorenzo Álvarez Filip, del Laboratorio de Biodiversidad y Conservación de Arrecifes, del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología, de la UNAM.
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Los científicos analizaron 29 mil 95 colonias de coral en 101 sitios, a lo largo de 450 kilómetros de arrecifes del Caribe mexicano entre julio de 2018 y enero de 2020, y encontraron que de las 48 especies de coral estudiadas, 21 de ellas estaban afectadas por la enfermedad.
Las especies más dañadas fueron las pertenecientes a los grupos de coral “pilar” (Dendrogyra cylindrus, con forma de cactus) que han perdido el 94% de sus ejemplares, por lo cual se encuentran el peligro de desaparecer; y las especies “laberinto” (Meandrina spp) y “cerebro” (Faviinae) que experimentaron pérdidas de poblaciones superiores al 80%.
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En 2014 se detectó esta enfermedad en los corales de la costa de Miami, que en cinco años se extendió por toda la costa de Florida, sin embargo, en las costas mexicanas la enfermedad se ha propagado mucho más rápido.
“Detectamos por primera vez el brote de SCTLD en el verano de 2018, pero para mediados de 2019 ya se había extendido en toda la costa del Caribe mexicano, mucho más rápido de lo que se reportó en Florida”, señala Lorenzo Álvarez.
Aún no se conoce a ciencia cierta la causa de esta enfermedad, pero desde 2014 se han llevado a cabo estudios bacteriológicos; también se están llevando a cabo estudios moleculares para detectar la presencia de virus, que podrían estar atacando a los simbiontes de los corales duros.
La enfermedad produce la muerte del tejido superficial y el esqueleto blanco queda expuesto y es colonizado por otros organismos. Se pierde una de sus funciones más importantes que es la de construir estructuras tridimensionales de carbonato de calcio que conforman los arrecifes y brindan refugio a la fauna marina.
Efecto económicos y en ecosistemas
Los arrecifes coralinos conforman ecosistemas marinos muy diversos: sus estructuras tridimensionales con formas muy complejas constituyen refugios naturales para la reproducción de fauna marina y otros organismos; son prácticamente los cuneros naturales de mariscos, moluscos y 500 especies de peces y tortugas en peligro de extinción.
Los arrecifes de coral proporcionan alimentación, medios de vida y oportunidades económicas a más de 500 millones de personas de 100 países. Además, brinda servicios ecosistémicos fundamentales para las comunidades costeras como el enriquecimiento de manglares; la protección natural ante el embate de tormentas y huracanes; es fuente de alimento e impulsa el desarrollo de pesquerías; y también es la base del turismo local, nacional e internacional.
De acuerdo con el informe “La economía de los arrecifes de coral” del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), la inversión en los arrecifes de coral para prevenir la disminución del Sistema Arrecifal Mesoamericano podría generar ingresos por 35 mil millones de dólares para 2030, en tres sectores clave: el turismo, la pesca comercial y el desarrollo costero.
Sin embargo, estos ecosistemas se están degradando rápidamente como resultado del cambio climático antropogénico que ha incrementado las temperaturas del mar, pero también por la pesca excesiva y destructiva, la acidificación de los océanos, así como la contaminación de mar y tierra en ciudades y polos de desarrollo costeros.
Más efectos en polos de desarrollo
Durante el proyecto de investigación los científicos observaron que los mayores efectos de la enfermedad se presentaron en los corales cercanos a los polos de desarrollo costeros.
“Hay una relación directa de mayor número de corales enfermos en lugares cercanos a los polos de desarrollo como Cancún o Playa del Carmen”, afirma Lorenzo Álvarez. “Estos centros turísticos y urbanos de alguna manera tienen impacto sobre la calidad del agua marina; hay mayor contaminación y degradación”.
Estas condiciones que existían previamente al brote de la enfermedad generaron mayores niveles de estrés entre los corales de tal manera que, al llegar el patógeno, los efectos en la salud de los corales fueron devastadoras, por no encontrarse en condiciones óptimas.
En exploraciones llevadas a cabo este año, los investigadores han observado un rasgo positivo: los corales “laberinto” y “cerebro”, dos de las especies más afectadas, están encontrando reclutas juveniles, es decir, nuevos ejemplares que están resistiendo el ataque de la enfermedad de manera natural. Y esto abre una ventana de oportunidad para su recuperación.
Sin embargo, el investigador señala que se requieren más recursos y más investigadores enfocados a este problema en nuestro país, “somos pocos investigadores, estudiantes y con recursos limitados” y problema es de gran impacto para todo el país.
Comentarios y sugerencias: @abanav / abanav@gmail.com y sapiensideas.com