En el año 2017, en que se promulgó la primera Constitución de la CDMX, los que habíamos nacido antes de esa fecha éramos orondos del Distrito Federal, los chilangos, defeños, los citadinos, los capitalinos\u2026 proceso que aún nos cuesta definir nuestro gentilicio.
Entre 1924 y 1977 el antiguo Distrito federal vivía a nivel jurídico-político y administrativo en un limbo, al ser el centro de operación de los poderes de la federación no tenía una figura autónoma en su gestión: el regente y el jefe del Departamento del Distrito federal era algo así como un árbitro administrativo de los recursos y los problemas que se vivían en la mayor ciudad del país.
La organización de la sociedad civil que irrumpió de forma espontánea, inmediata y comprometida con sus iguales en 1985 tras los sismos de aquel fatídico septiembre, promovió e impulsó entre otras cosas figuras de elección democrática entre la ciudadanía para ser puente en la gestión de la ya desbordada figura de los delegados y el jefe de Distrito federal. Era inminente que requería una autonomía, regulación y evolución la forma jurídica de trata esta ciudad madura, robusta y altamente poblada.
De aquellas elecciones de 1997 en que por primera vez, los habitantes de DF elegimos un jefe de gobierno y que descansó en la naciente democratización de las fuerzas políticas del esperanzador PRD con Cuauhtémoc Cárdenas, la vida activa-política de los chilangos no ha cesado, aunque los líderes y las ideologías se hayan ido desgastando y desenmascarando hasta llegar a lo que ahora es la izquierda popular, esta ciudad ha sido modelo de democracia y avanzadas líneas urbanas.
Con 20 años de ensayos y propuestas de iniciativas y negociaciones, de ajustes y críticas, de revisiones, estudios, análisis y a modo, finalmente en 2017 se promulgó la Primera Constitución de la Ciudad de México, y de sus primeros cambios fue la forma de nombrar este territorio que la integra, el sitio capital del imperio mexica, la portentosa ciudad palaciega colonial, la que fue destruida por la naturaleza sísmica, la que siembra al fervor de sus luchas y demandas sociales. Dejó así de ser el Distrito Federal, adquiría desde aquel año su autonomía no sólo jurídico-administrativa sino simbólica y social: era la Ciudad de México, en mayúscula y con rostro de porvenir.
Sus demandas y sus visiones futuras descansaban en una Carta Magna que buscan reflejar y proyectar el futuro cercano y lejano de la antigua ciudad mexica, hoy moderna, ruidosa, diversa, multicultural y desafiante. Se promovió la participación ciudadana en su diseño con el lema Imaginar la CDMX, hoy son cinco años de haberse echado andar el proyecto de futuro que \u2013como siempre ocurre con los futuristas\u2013, la realidad nos rebasó, las tragedias naturales: sismos, efecto invernadero, pandemia, desabasto de agua, se suman a las crisis sociales: inequidad urbana, violencia de género y homofobia, corrupción, desempleo e inseguridad.
Cumplimos 5 años en que somos Ciudad de México constitucional y de futuro, con todo lo que ello implica, con los retos de estos tiempos y de ir un paso adelante, en temas emergentes: pandemia, movilidad y espacio público, cultura de la diversidad y paz en derechos humanos para sus habitantes. Repensar el modelo administrativo y participativo es quizá uno de los primeros ejercicios que precisa este lustro para seguir Imaginando la ciudad.
Abramos la discusión: @salmazan71