La semana pasada tuve el gusto de escuchar una charla sobre el Medio Oriente de la doctora Marta Tawil, investigadora del Centro de Estudios Internacionales del COMEX. Si bien en esta charla se abordaron diversos temas sobre la región, me pareció importante que la doctora Tawil señalara la importancia de comprender las diferencias entre las dos ramas más importantes del islam como un elemento clave para comprender las dinámicas y los conflictos en la región.
En columnas anteriores he mencionado al islam en distintos contextos, sin embargo, en esta ocasión nos centraremos en explicar las características generales de esta religión profesada por 1.6 billones de personas, pero también las diferencias entre sus dos ramas principales: el sunismo y el chiismo.
El sunismo es el grupo musulmán mayoritario con entre 85% y 90% de los musulmanes adscritos a esta rama. En el caso de los países de Medio Oriente sucede lo mismo, la mayor parte de los países tienen mayoría sunita y es principalmente en Irán e Irak donde se concentra la mayor parte de las comunidades chiís, aunque el Líbano, Bahréin, Yemen, Azerbaiyán, Afganistán y otros países más, cuentan también con comunidades chiitas considerables.
Antes de explicar las diferencias entre estas dos grandes ramas del islam, explicaré sus aspectos generales. El islam es una religión monoteísta, se basa en cinco pilares y llaman a su Dios “Allah” (????), también escrito como “Alá” en su forma castellanizada. Este aspecto suele causar confusión, sin embargo, Alá es la misma deidad para judíos (quienes le llaman Yahvé) y para cristianos (quienes le conocen por Dios), por lo que la diferencia tiene más que ver con una cuestión del idioma. Pensar que Alá es un Dios distinto al cristiano o al judío, sería equivalente a pensar que “God” -palabra para “Dios” en inglés- o “Dieu” -palabra para “Dios” en francés”- se refiere a una deidad distinta.
La principal diferencia entre el islam y el cristianismo radica en que mientras este último divide a Dios en tres entidades o lo que se conoce como Trinidad (Dios padre, Dios hijo y Dios espíritu Santo), en el islam esta división no existe y se hace un énfasis en la unicidad absoluta de Dios o Alá. En cuanto al papel de Jesús, quien en el cristianismo es conocido como “Dios hijo”, en el islam es considerado un profeta muy respetado y querido, sin embargo, no se considera que sea el hijo de Dios o Dios en sí mismo. En este caso, el profeta Isa, como es conocido Jesús en árabe, es mencionado varias veces en el Corán (libro sagrado del islam) junto con su madre María quien incluso tiene todo un capítulo dedicado a ella.
En el islam tampoco está permitida la representación iconográfica de Alá, ni existe algo tal como los santos, únicamente se reconoce a profetas o mensajeros, siendo el profeta Mahoma (Muhammad) el principal pues fue quien recibió, a través del arcángel Gabriel, la recitación del Corán. Finalmente, en cuanto a los pilares en los que se basa el islam, se reconocen cinco:
- Testimonio de fe o Shahadah. Se refiere a la declaración de creencia en un solo Dios que es Alá y que Mahoma es su último profeta. A partir de esto, los musulmanes buscan guía en su vida diaria a través del Corán y de las enseñanzas del profeta.
- Rezo o Salah. Los musulmanes rezan cinco veces al día para mantener una conexión espiritual con Dios. Los rezos incluyen ciertos movimientos que indican reverencias y postraciones.
- Caridad o Zakah. Anualmente los musulmanes dan 2.5% de sus ganancias para ayudar a las personas en pobreza, necesidad u opresión con la idea de que las necesidades básicas de toda la comunidad estén cubiertas.
- Ayuno o Sawm. Los musulmanes ayunan cada año durante el mes de Ramadán, es decir, el noveno mes del calendario lunar islámico. El ayuno incluye la abstención de alimentos, líquidos y relaciones sexuales entre el amanecer y la puesta del sol.
- Peregrinación o Hajj. Todas las personas musulmanas que tengan la posibilidad física y económica deben realizar al menos una vez en la vida una peregrinación a La Meca (en Arabia Saudita).
Ahora bien, la división entre sunismo y chiismo en el islam ocurrió tras la muerte del profeta Mahoma, al haber discrepancias sobre quién debía ser el sucesor para guiar a la comunidad musulmana. Los sunitas consideraban que el sucesor legítimo debía ser la persona más cercana al profeta Mahoma, es decir, Abu Baker, quien se convertiría en el primer califa o líder de la comunidad islámica. Sin embargo, los chiitas consideraban que el sucesor debía ser alguien de la familia del profeta y, como éste no tuvo hijos varones ni nombró sucesor antes de morir, este grupo pensaba que debía elegirse a su primo Alí. El conflicto creció rápidamente con esta división, cuando Alí fue asesinado en la batalla de Karbala pues estaban en juego no solamente asuntos religiosos, sino también políticos y económicos.
Lo que debemos entender de esto, es que la religión y la política en esta región está estrechamente relacionada y, lo que había logrado el profeta Mahoma fue unir a las distintas tribus a través de una sola fe y, aunque actualmente el paradigma del Estado-nación ha logrado permear en el Medio Oriente, el vínculo entre política y religión sigue siendo fuerte.
Por otra parte, no todo es conflicto entre sunitas y chiitas, ya que por cientos de años han convivido y rezado en las mismas mezquitas, lo cual nos da una pista de que los conflictos más que con religión, tienen que ver una lucha por el poder. De esta manera, tras la Revolución Iraní de 1979, las antiguas rivalidades se reavivaron y, si bien esta antigua división religiosa no explica en su totalidad las dinámicas políticas y conflictos en la región, si es un aspecto clave. Por ejemplo, las tensiones entre Arabia Saudita e Irán que los llevó a romper relaciones diplomáticas en 2016 estuvo relacionada con la ejecución de 47 personas, entre ellas un líder chiita, por parte del gobierno saudí. También la lucha entre sunitas y chiitas es un punto importante en la guerra civil en Siria y en los conflictos en Yemen e Irak.
Finalmente, hay que tomar en cuenta que incluso dentro del sunismo y el chiismo hay distintas identidades y visiones, lo cual complejiza aún más las dinámicas en la región. Si a esto sumamos el apoyo que potencias ajenas a la región dan a los distintos regímenes debido a intereses políticos y económicos de más gran escala, esto da como resultado conflictos de gran envergadura y de larga duración. Ahora que entendemos de manera general el papel del islam y sus divisiones, en futuras columnas ahondaremos en temas como la guerra en Siria y Yemen.
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