OPINIÓN SERGIO ALMAZÁN

Bad Bunny: El macho fluido

El cantante se ha convertido en todo fenómeno musical rompiendo muchos estereotipos de género.

Bad Bunny rompió estereotipos de todo tipo
Bad Bunny rompió estereotipos de todo tipoCréditos: EFE
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En estos días se ha presentado el cantante y fenómeno comercial Bad Bunny, quien es más que un intérprete, es la expresión fluida de la sexualidad, la masculinidad y la industria del entretenimiento juvenil. Basta recordar lo que provocó aquel 27 de marzo de 2020 cuando el canal de videos lanzaba el nuevo tema del cantante puertorriqueño Bad Bunny que en colaboración con Nesi e Ivy Queen en menos de dos semanas habían logrado 85 millones de vistas de su tema “Yo perreo sola”, donde al final se incluye una leyenda “Si no quiere bailar contigo, respeta… ella perrea sola”. Bajo el género llamado trap latinoamericano –que es una mezcla de ritmos del hip hop, el rap y la música electrónica de baile–, rompía muchos de los estereotipos no sólo del ritmo y letras propias del género sino de la apariencia de sus intérpretes al presentarse con atuendos que normativamente no serían propios de lo llamado “masculino”.

Bad Bunny no sólo es un fenómeno musical sino un desafío a los esquemas de la masculinidad tradicional que sus representantes tenían como atuendo y “uniforme” del macho urbano, mientras que este puertorriqueño ha roto esos esquemas: sus amplias y glamurosas faldas con botas y pecho descubierto, abrigos, zapatillas, joyería y mucho brillo que se asocia con el género fluido. A pesar que puede verse en varios videos reproducir las conductas heteronormativas: violencia, rudeza, seducción y conquista femenina, se alternan esas imágenes con atuendos disruptivos: uñas pintadas, labial y ojos delineados, faldas amplias y además disfraces con botas, pelucas y provocadoras posturas, tetas exageradas y gestos seductores, desafiando las masculinidades tradicionales, arquetípicas, al tiempo que presentarse como dragqueen desafía el discurso político, cultural sobre lo que es ser heteronormativo, y establece un nuevo código de lo performativo, de lo fluido, de lo libre y desafiante… quizá en ello radique su enorme aceptación entre las nuevas generaciones que están deconstruyendo aquello que nos hizo sociedades intolerables, radicales y violentas.

En este sentido, la música y la imagen juegan un discurso que parece contrario pero en el fondo son correspondencias de un nuevo símbolo de lo fluido que son hoy día las identidades, los deseos, las expresiones y experiencias de los sexual, la sexualidad y lo afectivo-corporal donde el discurso de ruptura y performance que experimenta y promueve el cantante puertorriqueño invita a una reflexión sobre el complejo tejido político del cuerpo como depositario del discurso de poder al que rompe y provoca una reinterpretación en sus videos como en sus letras de canciones llenas de sexualidad y ruptura de lo establecido.

Intencionado o azaroso, el resultado que ha provocado como fenómeno musical trasciende en la ruptura y desde ahí proponer un nuevo ejercicio reflexivo para los padres y esos jóvenes o adolescentes que encuentran en Bad Bunny un representante de sus nuevas reflexiones del cuerpo, de lo performativo que puede ser como territorio donde se ensaye el nuevo valor, sentido, expresión, identidades y democracia corporal y simbólica que es el comienzo de la equidad, el respeto y autodeterminación en tiempos tan violentos que mujeres y hombres estamos viviendo.

Abramos la discusión: @salmazan71