OPINIÓN SERGIO ALMAZÁN

De Iztapalapa para el cielo

Con el proyecto y puesta en marcha del Cablebús en sus dos líneas representan un ejercicio de movilidad y conexión entre las zonas conurbadas del Valle de México con la ciudad.

De Iztapalapa para el cielo: El paisajismo de las desigualdades en Iztapalapa.
De Iztapalapa para el cielo: El paisajismo de las desigualdades en Iztapalapa.Créditos: Cuartoscuro.
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La extensión urbana de la Ciudad de México hacia el oriente comenzó en los años sesenta, cuando el acelerado crecimiento de la población y la concentración económica del país se limitó a la traza de 1900, es decir, lo que hoy es Centro Histórico, Tlatelolco, Roma y Condesa. 

La población migrante y la propia aumentaba y con ella las demandas sociales y de servicios, el entonces presidente Adolfo López Mateos, siguiendo el inconcluso plan urbano del Valle de México de Miguel Alemán comienza a desarrollar el oriente, aprovechando la desecación paulatina y voraz de los lagos de Texcoco y Chalco y de los ríos Churubusco y Piedad que ya eran arterías de asfalto y vías rápidas. Aquel proyecto era hacer “la ciudad jardín”; cuyo objetivo era descentralizar la capital y conformar los satélites urbanos más desarrollados hasta el momento, modernos y metropolitanos como ya habían probado con Tlatelolco, Ciudad Satélite y el Pedregal, y el resultado fue una serie de aluviones expresión de la desigualdad y la exclusión donde se convivieron la industria, el tabicón y la pobreza con el olvido urbano.  

El bajo costo del terreno, la promesa sin cumplir de urbanización, el acelerado crecimiento de la migración al oriente del Valle de México hizo de zonas como Chalco, Ciudad Nezahualcóyotl. Chicoloapan, Ecatepec, Texcoco, Chimalhuacán e Iztapalapa el nuevo destino y domicilio para una población que poco a poco quedó marginada de aquel proyecto modernizador de las urbes que las teorías del urbanismo internacional no se reflejaban en la traza de estas zonas que antes de ver servicios básicos como luz, agua potable, drenajes, pavimentación o vías de transporte se edificaron fábricas, maquiladoras o armadoras de autos. Hasta convertir varios de estos municipios en generadores de trabajadores del sector maquilador comercial del país desde estos suelos de oriente.  Y quizá esa condición migratoria y desigual los convirtió en los barrios con arraigo, identidad y culturas propias que se expresan en sus calles, traza urbana.

La autoconstrucción de sus barrios y dinámicas sociales que a lo largo de casi cinco décadas han experimentado esta región conurbada y de oriente del Valle de México han generado un sistema de identidad y diferenciación que a poco a poco fueron borrando la imagen de ciudades dormitorio, periferia urbana para convertirse en centros económicos, dinámicos y espacios culturales que hoy son referenciales en la música, las artes gráficas urbanas, la dinámica económica local y el rescate de las tradiciones como el Cerro de la Estrella. 

Con el proyecto y puesta en marcha del Cableblús en sus dos líneas representan un ejercicio de movilidad y conexión entre las zonas conurbadas del Valle de México con la ciudad, a su vez, nos permite borrar la frontera de cristal que por décadas se estableció entre las poblaciones de las periferias abriendo un puente de expresiones, dinámicas sociales, económicas, comerciales y ahora culturales con el proyecto Iztapalapa Mural donde la intervención no bardas y techos con más de un centenar de artistas gráficos urbanos representan en las temáticas históricas de la zona, las denuncias sociales que no son pocas ni únicas: desigualdad de género, feminicidios, compartiendo con memoria e historia, naturaleza endémica con los rostros de personajes relevantes y entrañables. Es decir, que no es solo un ejercicio de paisajismo urbano y la decoración colorida que contrasta con el gris del tabicón, es más un códice moderno de su historia, el relato y la expresión mural, el grito hacia el cielo de su existencia, sus denuncias, las deudas pendientes que aquella frontera de cristal nos hizo no conciliar con el oriente y el centro de la ciudad. 

Hoy desde el cielo, Iztapalapa nos recuerda las extremas desigualdades sociales y la exclusión sistémica que precisa de un ejercicio institucional, administrativo, social y cultural de cerrar la brecha y la conexión de movilidad urbana y el arte de las azoteas que se miran al sobrevolar los más de 10 kilómetros de longitud desde el Cablebús, nos invita ahora a bajar y compartir las historias comunes y diversas. 

Abramos la discusión @salmazan71