Existimos muchos rostros, estilos y expresiones de los y las mexicanas. Aunque en las leyes se incluyen los derechos equitativos para todos y todas, en las prácticas parece ser un solo estilo, identidad y legitimidad. Los otros que piensan, se expresan, manifiestan, aman y sienten distinto a esa "mayoría" no existen. Son vejados, anulados, descalificados, discriminados, señalados y perseguidos hasta el acoso, la violencia o la muerte.
En nuestro país ser diferente a lo que social y culturalmente se ha aceptado y estereotipado es causa de violencia, lo que tiene a México en cifras rojas de crímenes y violencia por homofobia, por género, raza o pobreza. En este caso me referiré a la discriminación y agresiones a la comunidad LGBT+ y las mujeres quienes son objeto de estadísticas cada vez más alarmantes.
La trama que encierra la violencia y crímenes de odio está compuesta por cuestiones culturales de discriminación, rechazo y desprecio por parte de grupos sociales que culturalmente han sido los dominantes en las prácticas de identidad social, cultural y sexual y asumen como legítimos sus actos de odio. A tal grado que México ocupa un lugar preponderante en prácticas que atentan contra la dignidad, integridad y la vida de personas de la comunidad LGBT+ y en las mujeres.
En estos días, la reciente propuesta como embajador en Perú del escritor, académico y funcionario público en el actual gobierno de López Obrador, Pedro Salmerón quien ha sido señalado por alumnas del ITAM y excolaboradoras como acosador y en redes sociales ha mostrado actitudes de homofobia y discriminación por género e identidad sexual, advierte y evidencia la insensibilidad y normalización con que el presidente y algunos de su gabinete han tomado el grave y cada vez más preocupante tema de la violencia y actos de odio hacia sectores sensibles de vulnerar los derechos humanos de la población en México.
Actitudes que cada vez escalan y perfilan un modo de gobernar del actual jefe del ejecutivo, que van desde desconocer un reclamo legítimo las manifestaciones de las mujeres en las múltiples marchas y reclamos por la violencia de género que vive el país, las muertas en crímenes de odio, las desaparecidas, las que esperan un juicio expedito. El tema de un candidato a la gubernatura de Guerrero acusado de violencia y que AMLO no escucha reclamos y señalamientos, hasta las recientes agresiones o muertes de dos mujeres lesbianas en Ciudad Juárez.
Ante todas las evidencias de un estado de Derecho corrompido, injusto y sin castigo a los violentadores, están infiltradas en la vida cotidiana acciones por parte de hombres y mujeres mexicanas que consideran incorrecto, ilegítimo, incómodo que las y los otros mexicanos y mexicanas reclamen justicia, demanden igualdad y equidad en la protección de sus derechos humanos. Es decir, como si se tratara de permisos y favores otorgados por las mayorías. Pero de lo que se trata es de protección y garantía de lo más elemental que puede todo ser humano reclamar reconocimiento de sus Derechos Humanos.
¿A quién le corresponde señalar lo correcto, lo "normal", lo existente, lo moral y humanamente natural?… Cuando las guerras, las muertes, las luchas sociales, las ciencias sociales y las humanidades, el derecho y las voces acalladas nos han dejado como herencia el justo derecho de no ser ciudadanos de segunda, nadie es lo otro. No es tan difícil de reconocer las diferencias. Se trata de educación, empatía y respeto, la distinción de los civilizados, dijo Jacques Lacan.
Abramos la discusión: @salmazan71