Mientras en México se niega la vacuna contra la COVID-19 a los adolescentes de entre 12 y 17 años, en varios países ya se está inmunizando a personas de este grupo de edad, y las empresas BioNTech y Pfizer anunciarán en los próximos días los resultados de su ensayo clínico en niñas y niños de entre 5 y 11 años.
A lo largo de la pandemia el gobierno mexicano ha reaccionado lentamente y mal. La mayor parte de las medidas que ha implementado se han llevado a cabo sin fundamentos científicos, y negar la vacuna a los adolescentes es uno de ellos. Se basa en retórica y demagogia política.
Está científicamente comprobado que tanto adolescentes como niñas y niños forman parte de las cadenas de transmisión del coronavirus. Si bien el riesgo de sufrir cuadros graves y críticos de la enfermedad pandémica es menor en comparación con los adultos mayores, esto no significa que no se infecten, enfermen o incluso mueran: lo hacen, pero en menor porcentaje. De acuerdo con las estadísticas del gobierno de México, el 0.55% del total de fallecidos (2 mil 80 personas) por COVID-19 en nuestro país han sido personas menores de 20 años.
En la conferencia mañanera del pasado martes 7 de septiembre, el subsecretario de salud, Hugo López-Gatell, señaló, falsamente, que no es necesario inmunizar a los adolescentes y que una vacuna destinada a niñas y niños vulnerables que padecen alguna comorbilidad le quitaría la opción de contar con esta protección a otras personas más necesitadas.
El proceso de vacunación en el país ha sido más que errático: sin bases científicas se dejó de lado a los grupos de personas con comorbilidades. Cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) y científicos de todo el mundo señalaron que las personas que padecen enfermedades previas como diabetes, obesidad, cardiovasculares, inmunosupresoras, entre muchas otras, debían ser de las primeras en ser inmunizadas, pero no ocurrió así en México. Se priorizó la edad y muchas personas con comorbilidades han muerto esperando su turno en su localidad y en su grupo de edad.
Tampoco se le dio preferencia a los municipios con mayor incidencia de infección y de mortalidad. Tijuana, en Baja California; Ecatepec, en el Estado de México; y la alcaldía de Iztapalapa, en la Ciudad de México, han sido los últimos de su entidad en recibir las vacunas, pero son los tres municipios con mayor número de infectados y fallecidos por el coronavirus en todo el país. De hecho, en el municipio de Ecatepec aún no se aplica la segunda dosis para las personas de entre 40 y 49 años. La primera dosis la recibieron los primeros días del mes de junio: ya han pasado más de tres meses y aún no se ha informado para cuándo se va a completar la inmunización.
Desde la llegada de las primeras vacunas anti COVID-19 a México en diciembre de 2020, una gran parte de ellas han estado en permanente recorrido a lo largo y ancho del país, sin rumbo fijo. El día de hoy, 13 de septiembre, de acuerdo con el investigador Arturo Erdely, de la FES-Acatlán, UNAM, hay más de 15 millones de vacunas sin distribuirse. En semanas previas, esta cifra de "vacunas ociosas o viajeras" ha superado los 18 millones. En múltiples ocasiones López-Gatell ha justificado este hecho porque, según él, "la geografía del país es muy grande y complicada".
Mientras se niegan vacunas a millones de mexicanos, el gobierno mexicano ha sido incapaz de superar el problema de su distribución pronta y su aplicación efectiva. Al mismo tiempo, regala "generosamente" a otras naciones vacunas compradas con el dinero de los mexicanos. El gobierno de México es dadivoso con los extranjeros y mezquino con los compatriotas.
Un poco de historia de la vacunación
La historia de la vacunación en México, hasta ahora, había sido de éxito y de espíritu de filantropía. Aquí, junto con Cuba y Puerto Rico, se emprendió la primera campaña de vacunación en el continente gracias a la expedición emprendida por el médico español Francisco Xavier Balmis, entre 1803-1806, apoyada por la corona española para llevar la vacuna contra la viruela a todos los territorios del Imperio español.
La primera vacuna había sido desarrollada 7 años antes por el médico inglés Edward Jenner, en 1796, en contra de la viruela, la enfermedad más mortífera de la historia de la humanidad. Se tienen registros de este mal que datan de más de tres mil años, en restos de faraones egipcios, y cada siglo cobraba la vida de decenas o centenas de millones de personas; aún no se sabe cuántas vidas cegó la viruela, pero en el siglo XVIII mató a 60 millones y en el siglo XX a 300 millones de personas.
Gracias a la vacunación, la viruela ha sido la única enfermedad erradicada hasta ahora. Es causada por el virus Variola de la cual se conocieron dos tipos: Variola mayor y Variola menor. Este virus afectaba exclusivamente a los humanos, aunque se conocen otras cepas como la que ocasiona la viruela de las vacas, inofensiva a los humanos.
La viruela se transmitía de humano a humano cuando se tenía contacto con las personas enfermas, con sus fluidos corporales o con objetos contaminados como camas y cobijas. La Variola mayor ocasionaba el cuadro más agresivo y mortal con tasas de letalidad de entre el 30% y 50%, y con frecuencia dejaba huellas de las erupciones en la piel o causaba deformidades.
Nadie sabía que la enfermedad era causada por un microorganismo, pero Jenner utilizó un procedimiento similar al que había sido utilizado en la India en el siglo XVI, para crear su vacuna: de mujeres que ordeñaban vacas y que se infectaban con la "viruela de las vacas", que solo les ocasionaba ampollas en las manos, tomó el líquido o linfa de las ampollas y las inoculó en leves raspones de la piel a su propio hijo y al hijo de su jardinero. A los pocos días los infantes tuvieron un poco de fiebre, pero no desarrollaron la enfermedad. Meses después, los expuso a la viruela humana y los niños permanecieron sanos. Este sería el primer procedimiento de vacunación de la historia. El término se deriva de la palabra en latín vacca, y al material obtenido de las linfas se le denominó vacuna.
El problema de la primera vacuna es que se solo se podía obtener de la linfa de las ampollas de las personas infectadas y como no había cultivos celulares ni refrigeradores en esa época, solo se podría transportar en las propias personas vivas infectadas. Se sabía que ese líquido o linfa era el agente protector, pero se desconocía la existencia de los virus.
Para llevar la vacuna de Europa a América, lo que implicaba un viaje en barco por más de 30 días, en la expedición llamada Real Expedición Filantrópica de la Vacuna o Expedición Balmis se utilizó en 22 niños huérfanos de entre 3 y 9 años de edad, como portadores vivos a quienes se inoculó la vacuna cada ocho días en una cadena humana de anticuerpos. Se sabe que dos de esos niños y la enfermera Isabel Cendala y Gómez, encargada de cuidar de todos los menores de la expedición, murieron en México.
De México y el Caribe, la vacuna viva continuó su recorrido por Sudamérica y luego hacia Filipinas. En esa primera expedición se calcula que se vacunaron a más de 250 mil personas. En 1980 la OMS declaró a la viruela erradicada gracias a los ambiciosos programas internacionales y nacionales de vacunación.
Desde la hazaña de la expedición filantrópica de Balmis y Cendala y Gómez la vacunación formó parte importante de las políticas públicas de salud en México y desde el inicio de la vacunación en el planeta los mexicanos hemos contado con vacunas efectivas, seguras y gratuitas.
En las décadas de los 60 y 70 del siglo pasado nuestro país era un gran fabricante y desarrollador de vacunas, de manera que se exportaban al resto de los países de América Latina, el Caribe y Asia, pero con la llegada de los gobiernos neoliberales se privatizó y desmanteló dicha infraestructura y se redujeron los recursos para la formación de diversos especialistas en campos relacionados con el desarrollo de vacunas. Hoy, gracias a esas políticas, tenemos un gran déficit de científicos y una enorme dependencia tecnológica.
La empresa BioNTech, desarrolladora de la primera vacuna anti COVID-19, basada en ARN mensajero, que fabrica y distribuye la farmacéutica Pfizer, fue creada por dos científicos alemanes de origen turco. Saben que la ciencia y la tecnología son las mejores herramientas con que cuenta la humanidad para luchar contra el coronavirus. Esta vacuna ya ha sido probada en adolescentes de 12 a 17 años y en países como Estados Unidos, Francia, Israel, y muchos otros ya se les está vacunando ya que ellos son parte de las cadenas de transmisión de la pandemia.
En los próximos días BioNTech dará a conocer los resultados de su ensayo clínico con niñas y niños de entre 5 y 11 años: lo más probable es que se demostrará científicamente que las vacunas son eficaces y seguras, y los protegerá en contra del desarrollo de la enfermedad grave, pero sobre todo, será un factor decisivo en la interrupción de las cadenas de transmisión del SARS-CoV-2.
La vida de más de medio millón de personas ha costado el manejo catastrófico de la pandemia en México, y el gobierno mexicano sigue politizando las diversas medidas o la inoperancia de sus decisiones, y la vacunación no ha sido la excepción. La ciencia ha demostrado la necesidad de vacunar a todas las personas y, tarde o temprano, en nuestro país se tendrá que vacunar a adolescentes y niños, si es que se quiere vencer a la pandemia.
López-Gatell tendrá que recular en su mezquina medida de negarle las vacunas a los adolescentes, niñas y niños mexicanos con comorbilidades. Nuestro país deberá recuperar el legado de filantropía que ha existido siempre con la vacunación.
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