La vida pública de la ciudad de México tiene prisa de reactivarse en sus calles, en sus espacios sociales, comerciales y culturales. Los casi 20 meses que esta pandemia ha limitado, restringido y resguardado los encuentros sociales, han desdibujado el escenario frágil de las economías familiares y la vida privada de los habitantes del país y en especial en las grandes ciudades como es el caso de la capital.
La evaluación que se puede hacer ante la inminente y casi imparable retorno masivo a las calles de la ciudad es necesaria para poder medir los impactos económicos, sociales y psicológicos que el confinamiento nos dejó y si fue capaz de enseñarnos lo indispensable que resulta la socialización para estos mismos rubros: empleo, diversión, política, salud mental y física. ¿Cómo y bajo qué condiciones se reactiva la vida pública de la ciudad de México?
Los eventos masivos como fueron los 200 años de la Consumación de la Independencia en el zócalo capitalino, el desfile de Día de Muertos \u00ad\u2013con una asistencia de un millón de espectadores- y este fin de semana la Fórmula 1 son el comienzo de una política económica pública de reactivar la economía social, la vida masiva en las calles, vienen conciertos, verbenas populares, exposiciones y reapertura de museos, todo ello, mientras se busca hacer posible la vacunación total del esquema completo de la población habitante en el Valle de México, para lo que las instancias de gobierno deben agilizar, promover, acercar y hacer accesible su aplicación, con los recursos e insumos suficientes en la tan débil y precaria infraestructura de salud pública que aqueja desde hace décadas a nuestro país.
Al volver a la calle de forma masiva, se advierten crisis: locales de los barrios cerrados de forma definitiva, desempleo, grupos de población migrante habitando los parques y la vía pública, rasgos de la violencia intrafamiliar, una forzada reactivación con las mismas infraestructuras en peores condiciones como ocurre con la emergente y casi inexistente vía en insurgentes para bicicletas, el escaso alumbrado público en parques y zonas de reunión social, un transporte público que demanda urgentemente pensar en su cambio a sistema de emisiones cero de contaminantes y ofertas de diversión y entretenimiento con menos riesgo de contagios.
Mención aparte merece el turismo cultural en nuestro país, que requiere revisarse, actualizar su estrategia, oferta y promoción \u2013representa casi un 10% del Producto Interno Bruto de la economía nacional- para volver a los museos, a las áreas arqueológicas, a las playas y zonas coloniales sin el miedo de la violencia y el crimen organizado que se apoderó de las calles en todos estos meses de crisis sanitaria. Las ferias, conciertos, las muestras artísticas y de museos, los espacios al aire libre de actividades culturales, las experiencias virtuales entre muchas otras deben ahora acompañarse de una oferta artística, lúdica, cultural, social híbrida y bajo nuevos esquemas de activación para una sociedad en pandemia.
Ahí está el reto en el retorno a la calle, generar los mecanismos, ser creativos y cuidadosos de la manera y formas de ofertar la vida pública social, donde México tiene una enorme diversidad de opciones, espacios y formas de consumo cultural donde las instancias encargadas no han presentado nuevas estrategias e insumos para realizarlas. Los que ofrecemos servicios culturales y los consumimos requerimos de protocolos, propuestas e incentivos que permitan un retorno seguro a la vida colectiva. Y la cultura, la diversión y la economía son factores claves en el nuevo esquema de volver a la calle.
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