Las personas que nacimos antes del siglo XX, estamos definidos por el mundo de los hombres, el lenguaje patriarcal y las conductas dominantes masculinas. Nadie se cuestionaba sobre las palabras sexistas, homofóbicas, misóginas o discriminatorias del género y sexo dominante en el espacio público. Incluso hoy día, hay una resistencia al lenguaje oral y escrito inclusivo e incluyente.
A menudo mi generación, los nacidos entre los años 60 y 70, con medio siglo de vida encima y las muchas revoluciones, discusiones, problemáticas, denuncias y reclamos por una vida mucho más libre de violencia de género. Los escucho decir que es "una exageración o una modita" (sic) el pedir y usar el género gramatical en una conversación, en un texto y en políticas de derechos humanos incluyente e inclusivo. Lo que parece una moda, es el resultado de décadas de luchas, de reclamos, de conquistas a diversas demandas, problemáticas y leyes que grupos y organizaciones en pro de la diversidad, la visibilización y el respeto a las múltiples expresiones sexo-genéricas, exigen de una sociedad más incluyente e inclusiva, respetuosa y defensora de las garantías humanas en nuestros tiempos.
La Organización de Naciones Unidas ha promovido en los últimos años, una serie de estrategias para que su personal, así como organismos y grupos sociales en temas de diversidad sexual e identidad se emplee, promueva y adaptan estrategias del lenguaje inclusivo distinguiendo el género gramatical (morfemas de género masculino, femenino y neutro); del género sociocultural (roles comportamientos, actividades y atributos de la persona en una sociedad y cultura determinada y el sexo biológico, tres identidades en el uso del lenguaje que no deben confundirse.
De ahí que el reto del español con una comunicación inclusiva en cuanto al género, es no mezclar, confundir o simplificar cualquiera de las tres formas de expresión ling\u00fcística: género gramatical, género sociocultural y sexo biológico, evitando las formas e incluso normas peyorativas heredadas del sexismo social como equivalentes de género: "marica, loca, mujercita, vestida, para señalar una expresión sociocultural del género que no empata con nuestro concepto de hombre y/o mujer.
Por ello, discutir, diferenciar, utilizar, promover, analizar, estructurar y difundir mensajes inclusivos son un ejercicio socio-cultural de un proceso incluyente de las formas de la expresión diversa de la sexualidad, de la identidad de género y la biología que no descansa sólo en un sistema machista, misógino o conductual de hombre y mujer, con sus estereotipos de conducta que dividió al mundo en dos. Se trata con el lenguaje inclusivo el reconocimiento de la multidiversidad genérica, erótica, sexual y social que va más allá de la biología del macho y la hembra.
De los ejercicios gramaticales oral y escrito que se proponen para construir un lenguaje inclusivo la ONU propone: Evitar las expresiones discriminatorias, no fomentar la misoginia, la homofobia en el uso y manejo del lenguaje. Visibilizar el género cuando lo exija la situación comunicativa, empleando para ello, los pares de femenino y masculino, el uso de la identidad de género más allá de la biología o la apariencia, respetando la que el interlocutor decida con que sea nombrado o se identifique. Así como usar sustantivos colectivos para referirnos al conjunto o grupo de personas, por ejemplo: es más inclusivo decir la ciudadanía que los ciudadanos, si en el grupo hay hombres y mujeres. Decir las personas cuando se refiere a las diversas de género o sexuales que decir "los hombres".
Son pequeños cambios que hacen la diferencia, que marcan un modo gramatical exclusivo a incluyente, inclusivo y no dominante o machista. Enriquecer el uso del lenguaje es responsabilidad en tiempos de ampliar la cobertura de los derechos humanos diversos.
Abramos la discusión:@salmazan71