Aunque pocos lo saben, la capital de Nuevo León fue, por unos meses en 1864, también la capital de toda la República Mexicana.
Esta distinción histórica se debe a que el presidente Benito Juárez trasladó su gobierno a la ciudad ante el avance del ejército francés y la amenaza del Imperio de Maximiliano I.
Benito Juárez se instala en Monterrey
El 3 de abril de 1864, Benito Juárez se instaló oficialmente en Monterrey, donde estableció la sede de los poderes federales.
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El mandatario tomó esta decisión estratégica para organizar desde el norte del país la resistencia contra la invasión extranjera. Durante su estancia, el mandatario fue acompañado por su gabinete y utilizó la ciudad como punto de planeación y defensa nacional.
Juárez permaneció en Monterrey hasta el 15 de agosto del mismo año. Fue durante este periodo que nació su hijo menor, Antonio Juárez, lo cual marcó un capítulo más íntimo y familiar dentro del contexto de una de las etapas más difíciles para la nación.
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Antes de establecerse formalmente, Juárez ya había pasado por Monterrey en febrero del mismo año, buscando apoyo económico y militar en Estados Unidos.
La placa que prueba su estadía en Monterrey
Un vestigio de esa historia aún permanece en el centro de la ciudad. En la calle Miguel Hidalgo, entre Martín de Zavala y América, se encuentra una casa en la que Juárez se hospedó la noche del 11 de febrero de 1864. Una placa colocada por colegios particulares en 1906 lo conmemora:
"En esta casa se hospedó el C. presidente de la República Lic. D. Benito Juárez la noche del 11 de febrero de 1864".
Hoy, la placa es poco visible para los transeúntes, pues la casa —ubicada casi enfrente de la Librería Gandhi— pasa desapercibida en la colonia Mirador, pero forma parte del legado histórico de Monterrey.
Este episodio demuestra cómo la capital regiomontana ha jugado un papel relevante en momentos decisivos para el país, más allá de su papel industrial actual.