En medio de una creciente ola de desapariciones y hechos delictivos en vías federales y estatales, la carretera se ha convertido en uno de los lugares públicos que más temor genera entre los habitantes del Área Metropolitana de Monterrey, según revela la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU) correspondiente al primer trimestre de 2025.
En promedio, el 53.1 por ciento de las personas mayores de edad que viven en los municipios evaluados por el INEGI reportaron sentirse inseguras al transitar por carreteras, colocándolas por encima de otros espacios como parques, bancos o centros comerciales.
En San Pedro Garza García, uno de los municipios con mayor ingreso per cápita del país, la carretera fue calificada como el lugar más inseguro por el 64.4 por ciento de los ciudadanos consultados. Le siguieron el cajero automático (41.1 por ciento) y el transporte público (39.9 por ciento).
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La percepción se repite con fuerza en Escobedo y Apodaca, donde el 57.4 por ciento y el 47.2 por ciento, respectivamente, también identificaron a la carretera como el segundo lugar más inseguro. En ambos municipios, los cajeros automáticos encabezan la lista con más del 57 por ciento de menciones.
En Monterrey, capital del estado, la carretera fue señalada como el tercer lugar más inseguro (61.9 por ciento), superado únicamente por el cajero automático (65 por ciento) y el transporte público (63.7 por ciento).
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Otros municipios como Santa Catarina, Guadalupe y San Nicolás también presentan cifras alarmantes:
- En Santa Catarina, el 50.2 por ciento dijo sentirse inseguro en carreteras.
- En Guadalupe, el 48.9 por ciento compartió esa percepción.
- En San Nicolás, el 45.3 por ciento mencionó la carretera como espacio de riesgo, solo por debajo de los cajeros y el transporte público.
La encuesta del INEGI, publicada de manera trimestral, es una de las principales herramientas que mide la sensación social de seguridad en espacios públicos.
Aunque las autoridades estatales han reforzado la vigilancia en algunas zonas, los niveles de percepción de inseguridad se mantienen altos, lo que refleja una desconexión entre la respuesta institucional y la experiencia cotidiana de la población.