NUEVO LEON

Dos iglesias en el mismo lugar: Descubre el raro tesoro arquitectónico de Monterrey

Los templos de Nuestra Señora de Dolores y del Perpetuo Socorro son joyas arquitectónicas que fusionan estilos neobarrocos, neogóticos y coloniales mexicanos tardíos, con impresionantes murales y vitrales de origen español.

Los templos de Nuestra Señora de Dolores y del Perpetuo Socorro, dos joyas arquitectónicas en el centro de Monterrey, testigos del crecimiento de la ciudad y la devoción de su gente.
Los templos de Nuestra Señora de Dolores y del Perpetuo Socorro, dos joyas arquitectónicas en el centro de Monterrey, testigos del crecimiento de la ciudad y la devoción de su gente.Créditos: Facebook: Templos de Dolores y Perpetuo Socorro de Monterrey A.R.
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¿Sabías que a mediados del siglo XX era tanta la demanda de feligreses en el centro de Monterrey, que tuvieron que construir dos iglesias juntas? Esto es un hecho poco común y una de las curiosidades arquitectónicas más fascinantes de la ciudad.

En el cruce de las calles Ruperto Martínez y Juan Méndez, ocultas entre el bullicio del Mesón Estrella, se levantan dos joyas arquitectónicas que han sido testigos del paso del tiempo: los templos de Nuestra Señora de Dolores y del Perpetuo Socorro.

El templo de Nuestra Señora de Dolores, cuya construcción inició en 1909 por iniciativa del Arzobispo Santiago de la Garza Zambrano, fusiona una rica variedad de estilos: su interior deslumbra con decoraciones neobarrocas y altares neogóticos, mientras que sus muros, hechos de sillares de caliche, encierran historias de devoción y tradición.

Su cúpula, sostenida por estructuras de acero, cobija más de 4 mil metros cuadrados de pinturas murales, una verdadera obra de arte dentro de la arquitectura religiosa.

Con el crecimiento explosivo de Monterrey en la década de 1950, la necesidad de otro templo era inminente. Fue así que, en 1954, se colocaron los cimientos del Templo del Perpetuo Socorro, diseñado por el arquitecto Luis F. Flores

Con un estilo colonial mexicano tardío, su fachada está adornada con columnas, nichos y dos imponentes campanarios. Sobre el altar mayor, una cúpula revestida de mosaico resguarda una monumental escultura de la Virgen, mientras que la luz que se filtra a través de los vitrales, elaborados por la Unión de Artistas Vidrieros de Irún, España, baña el recinto en un aura celestial.

Hoy, estos dos templos siguen en pie, conviviendo con la vida acelerada del centro regiomontano. Mientras dentro reina la paz y la espiritualidad, afuera el mercado sigue latiendo con la energía de comerciantes y visitantes que han convertido esta zona en un punto de encuentro entre la historia y la modernidad.