Monterrey, la "Ciudad de las Montañas", es reconocida por su imponente paisaje montañoso, donde cerros como el de la Silla y la Huasteca se han ganado un lugar en el imaginario colectivo. Sin embargo, uno de los cerros que menos fama ha obtenido, pero que carga consigo una gran cantidad de mitos y leyendas, es el Cerro del Topo Chico.
Este enigmático lugar, ubicado al norte de la Zona Metropolitana de Monterrey, en los límites de Escobedo y San Nicolás de los Garza, es conocido por una leyenda que lo señala como un posible "volcán dormido".
Historia Geológica y Paleontológica del cerro del Topo Chico
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Con una altura de 1 mil 175 metros y una formación que data del periodo Mesozoico, en la era del Cretácico Inferior, el cerro del Topo Chico es una montaña de origen sedimentario, compuesta principalmente por piedra caliza.
En su interior, se han encontrado importantes fósiles marinos, lo que le ha dado relevancia en el ámbito de la paleontología mexicana.
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La preservación de su biodiversidad y patrimonio geológico llevó a la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) a declararlo "área natural protegida" en el año 2000.
Aguas termales del cerro del Topo Chico
Uno de los mayores atractivos del Cerro del Topo Chico son sus aguas termales, conocidas desde la época prehispánica por sus supuestas propiedades curativas.
Según una leyenda azteca, la hija del emperador Moctezuma Ilhuicamina cayó gravemente enferma, y tras agotar todas las opciones para sanarla, un sacerdote indicó que en una región al norte de Tenochtitlán existían unas aguas con propiedades curativas.
Moctezuma envió una expedición para llevar a su hija al lugar, y tras varias semanas de baños en las aguas del manantial del Topo Chico, la princesa sanó completamente.
A lo largo de la historia, las propiedades curativas de estas aguas también ganaron notoriedad en Estados Unidos, especialmente durante la Invasión Estadounidense a México, cuando soldados norteamericanos acudían con frecuencia a este sitio en busca de alivio para sus dolencias.
El enigma del volcán dormido
Quizás el mito más intrigante relacionado con el cerro del Topo Chico es el que lo identifica como un "volcán dormido". Esta creencia popular ha persistido debido a su forma de domo, la presencia de aguas termales y minerales, y las numerosas grietas que se encuentran en su estructura, que permiten la filtración de aire y agua tras las lluvias.
Estas características han llevado a muchos a especular sobre una posible actividad volcánica subterránea.
Sin embargo, estudios geológicos han descartado completamente esta hipótesis. Al tratarse de una formación de piedra caliza, propia de montañas sedimentarias, no existen indicios de que el Topo Chico sea un volcán o que en su interior haya depósitos de lava.
Las grietas y cavernas que se encuentran en la montaña son simplemente consecuencia de la erosión y otros procesos naturales, que refuerzan la idea de que se trata de un "falso volcán".
Cerro del Topo Chico un tesoro natural
A pesar de que los mitos sobre su origen volcánico han sido desacreditados, el Cerro del Topo Chico sigue siendo un ícono natural de gran valor para Monterrey y sus alrededores.
Además de sus aguas termales, su riqueza paleontológica y su estatus de área protegida lo convierten en un lugar digno de ser preservado y explorado. Las leyendas que lo rodean forman parte de la vasta narrativa histórica de la región, dándole un misticismo que sigue cautivando a quienes lo conocen.
Aunque el cerro del Topo Chico no pueda reclamar la fama de otros cerros de Monterrey, su combinación de leyendas, historia y naturaleza lo mantiene firme en el imaginario popular, siendo un recordatorio del vasto patrimonio que esconden las montañas que rodean la ciudad.