¿Te imaginas caminar por la avenida Benito Juárez, en el centro de Monterrey, y pasar a un lado de lo que un día fue una fortaleza militar del siglo XVIII? Así es como cohabitan el pasado y el presente en esta vibrante ciudad, donde cada esquina guarda una historia fascinante.
Aunque para muchos pasa desapercibido, justo en el corazón de la ciudad, en la avenida Benito Juárez Norte número 507, está escondida la biblioteca pública 'Felipe Guerra Castro', la cual aún conserva en su fachada los restos de lo que fue el Fortín de la Ciudadela, una estructura que originalmente fue pensada para convertirse en una catedral pero que terminó convirtiéndose en un fuerte de guerra que fue testigo de múltiples episodios sangrientos y batallas en la historia de Nuevo León.
La historia comienza a finales del siglo XVIII, cuando la ciudad vibraba con la ambición de construir una nueva catedral, un proyecto monumental que prometía ser el corazón espiritual de Monterrey.
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Esta imponente estructura abarcaba lo que hoy es el cuadrante comprendido entre las avenidas Juárez, Tapia, Guerrero e Isaac Garza.
Sin embargo, los vientos de la historia no siempre soplan a favor. La ciudad enfrentaba serias dificultades económicas, y el anhelo de una catedral se desvaneció, dejando el proyecto a medias.
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¿Qué pasó con la catedral?
Con el tiempo, lo que quedó de esta obra inconclusa fue transformado en la Ciudadela. Esta fortaleza medía 155 metros por cada lado, con muros de sillar que se alzaban en forma de diamante.
En septiembre de 1846, el Fortín de la Ciudadela se enfrentó a su mayor prueba durante la invasión estadounidense. La Batalla de Monterrey se convirtió en uno de los episodios más sangrientos de la Intervención, y la Ciudadela fue testigo de la valentía y la resistencia de los regiomontanos.
Los combates fueron intensos pero no suficientes, y ante la presión del enemigo, el Ejército mexicano tomó la decisión de rendirse. Uno de los momentos más trágicos de esta batalla tuvo lugar en la Ciudadela, donde las tropas abandonaron la fortaleza y la entregaron a los estadounidenses, marcando un capítulo doloroso en la historia de la ciudad.
Hoy en día, los restos de esta construcción nos cuentan una historia olvidada. Un tramo del muro se puede apreciar en la biblioteca pública 'Felipe Guerra Castro', donde varios cañones empotrados, casi invisibles para la mayoría de los regiomontanos, nos recuerdan la fortaleza que alguna vez fue.
Así que la próxima vez que pases por ahí, recuerda que la historia está más cerca de lo que crees, solo hay que mirar con atención.