La noche de ayer domingo, el Estadio BBVA, mejor conocido como el “Gigante de Acero”, volvió a ser escenario de una amarga derrota para los Rayados de Monterrey. El América, con un empate 1-1 en el partido de vuelta de la final del Apertura 2024, se coronó tricampeón de la Liga MX, dejando a la Pandilla con su cuarta final de liga perdida en casa, lo cual volvió a poner en el centro del debate las presuntas "maldiciones" a los Rayados.
¿Cuál fue el origen de la maldición del estadio de los rayados?
El infortunio que parece seguir al estadio no es nuevo y alimenta la popular leyenda de la “maldición de la gallina”. Este mito nació en 2013, cuando durante la construcción del recinto, los líderes de la barra de Tigres, “Libres y Lokos”, aseguraron haber enterrado una gallina como símbolo de mala suerte para los Rayados.
De acuerdo a los barristas, el ritual buscó que los Rayados tuvieran una racha de mala suerte por los próximos 30 años, lo cual en su momento generó un sinfín de los albiazules hacia los Libres y Lokos.
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Aunque nunca se encontró evidencia física del acto, el descubrimiento de un gato negro muerto en el centro de la cancha avivó aún más las supersticiones en torno al Gigante de Acero.
Cuatro finales perdidas en el “Gigante de Acero”
Desde su inauguración en 2015, el BBVA ha sido escenario de momentos de gloria para Monterrey, como títulos de la Copa MX y la Liga de Campeones de la Concacaf. Sin embargo, cuando se trata de finales de Liga MX, la suerte parece esquiva. En 2016, Pachuca arrebató el título con un gol de último minuto. En 2017, los Tigres vencieron a Rayados en la histórica “final regia”, y ahora, en 2024, el América se coronó en su casa, reavivando las teorías sobre la supuesta maldición.
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La maldición de Miguel Samudio: otro capítulo del infortunio
El América no solo se llevó el tricampeonato, sino que también volvió a poner en el centro de la conversación otra superstición llamada “La maldición de Miguel Samudio”. Todo comenzó en las semifinales del Clausura 2016, cuando un polémico penal marcado a favor de Monterrey desató la furia del defensor paraguayo, quien levantó las manos al cielo y exclamó: “¡Hay un Dios, hay un Dios!”.
Desde entonces, esa frase ha sido recordada cada vez que América enfrenta a Rayados en instancias decisivas. Para la afición azulcrema, se ha convertido en un símbolo de poderío sobre los regiomontanos, mientras que, para los seguidores de la Pandilla, es un doloroso recordatorio de su maldición contra los de Coapa.
La derrota ante América no solo reavivó la frustración de los aficionados rayados, sino que también alimentó los mitos que rodean al BBVA. ¿Es la “maldición de la gallina” la verdadera causa de las derrotas en casa? ¿O acaso las palabras de Miguel Samudio tienen un peso que trasciende lo racional?
Lo que es indiscutible es que el “Gigante de Acero” parece cargar con un aura de misterio que sigue escribiendo capítulos de desilusión en la historia del Monterrey.