La evolución del proyecto del Túnel de la Loma Larga en Monterrey refleja una compleja travesía desde las primeras ideas hasta su materialización como una infraestructura vial clave para la Zona Metropolitana. La ciudad, marcada por su constante desarrollo, vio en esta obra una respuesta a los desafíos de movilidad que enfrentaba y enfrenta actualmente.
Idea inicial
Desde los años 70, se consideró la opción de conectar Monterrey y San Pedro a través de un túnel que atravesara la Loma Larga. Sin embargo, el proyecto enfrentó obstáculos debido a su elevado costo y las posibles afectaciones a la Colonia Independencia. Durante los 80, el alcalde de San Pedro, Mauricio Fernández, se convirtió en el principal impulsor de la obra, buscando la ayuda del entonces alcalde de Monterrey, Sócrates Rizo.
Se planteó también que el proyecto fuese financiado por la iniciativa privada y se podrían instalar casetas de cobro.
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Además del reto que sería perforar una montaña, otro de los obstáculos a enfrentar, fue la resistencia de parte de vecinos de la Colonia Independencia, quienes tendrían que ser reubicados a otros lugares. Se estimaba la eliminación de 14 manzanas.
Valle Oriente y Loma Larga, crecimiento coordinado
La década de los 90 marcó un resurgimiento del proyecto, vinculado al desarrollo de Valle Oriente. En 1993, se reactivaron los esfuerzos para concretar el túnel, esta vez conectándolo a un ambicioso plan habitacional y comercial. La participación financiera del 50 por ciento de los desarrolladores de Valle Oriente dio un nuevo impulso al proyecto.
A pesar de la iniciativa, la construcción del túnel enfrentó nuevos desafíos, especialmente durante la crisis económica de México. La estética del proyecto tuvo que ser sacrificada para asegurar los recursos necesarios. La obra se detuvo por más de un año, y solo con el respaldo del presidente Ernesto Zedillo en 1996 se logró reactivar.
En mayo de 1997, se celebró la perforación completa del túnel oriente, que va de San Pedro a Monterrey. Sin embargo, la apertura total no ocurrió hasta diciembre de 1997, cuando se inauguró el tramo de Monterrey a San Pedro. El proceso incluyó evacuaciones de vecinos, indemnizaciones discutidas y ajustes económicos.
El túnel, con una longitud de 532 metros, ancho de 7.5 metros y altura de 9.2 metros en cada dirección, finalmente se consolidó como una conexión esencial entre Monterrey y San Pedro. La inauguración del puente que conecta Venustiano Carranza con el túnel en agosto de 1998 marcó la conclusión del complejo vial.
Aunque enfrentó controversias y obstáculos, el Túnel de la Loma Larga se erige como una pieza clave en la infraestructura vial de la Zona Metropolitana de Monterrey, ofreciendo una solución a los retos de movilidad que ha enfrentado la región. Su historia refleja la complejidad de llevar a cabo proyectos de esta envergadura y su impacto duradero en el desarrollo urbano.