Nuevo León es un estado rico en cultura, tradiciones y sobretodo, leyendas. Durante sus 200 años, en sus municipios se han fraguado historias que generación en generación se siguen contando, impregnando sus calles con auras místicas y tenebrosas.
Una de las más destacadas, es la leyenda del abrazo del diablo, la cual narra el encuentro entre una joven del municipio de Abasolo y el rey del inframundo.
El abrazo del diablo
En el pintoresco municipio de Abasolo, el día despertó hermoso, tejiendo un ambiente de encanto que anticipaba una celebración única. El bullicio de la fiesta envolvía al pueblo, y la expectativa de un baile nocturno aumentaba entre los habitantes.
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Las muchachas, llenas de entusiasmo, compartían animadas charlas sobre los vestidos que lucirían esa noche, mientras que los jóvenes proyectaban los pasos de baile con las elegidas. La festividad se apoderaba de todos, y los más mayores se entregaban a embellecer la casa que albergaría el tan esperado evento.
En la morada de María Luisa, una joven destacada por su belleza, la vanidad y el orgullo la caracterizaban. Había anunciado a sus amigas que solo bailaría con el joven más apuesto.
Llegó la tan ansiada noche. La casa abrió sus puertas a los invitados que acudían con risas y alegría. Sin embargo, María Luisa no participaba en la danza; aguardaba la llegada de alguien cuya identidad desconocía, pero que sería, según ella, el más apuesto.
A la medianoche, un joven de porte varonil y facciones impactantes hizo su entrada. María Luisa, anhelante, esperó su acercamiento. La música volvió a sonar, y el joven, como si intuyera su espera, la invitó a bailar. Desde ese momento, no se separaron. Bailaron incansablemente hasta que él propuso salir al jardín, donde la fragancia de las resedas, y el "huele de noche" impregnaban el aire.
Emocionada, María Luisa esperaba una declaración de amor. El joven, en silencio, se acercó y la abrazó. En ese instante, sintió un calor abrasador en sus brazos y soltó un grito que alarmó a todos. Los asistentes corrieron al patio, donde la encontraron desmayada.
Al recobrar la conciencia, notaron en el cuerpo de María Luisa marcas como quemaduras y las huellas de unas manos, un recuerdo imborrable del misterioso encuentro. Era... el abrazo del diablo. La leyenda de Abasolo había cobrado vida, marcando para siempre la memoria del pueblo.