El fiscal general de Estados Unidos, Jeff Sessions, aseguró este viernes que va a perseguir duramente las filtraciones de información en el gobierno y que, en lo que va de año, se presentaron cargos contra cuatro personas por ese motivo.
En una rueda de prensa con el director nacional de Inteligencia, Dan Coats, Sessions aseguró que desde enero el Departamento de Justicia ha “triplicado el número de investigaciones activas de filtraciones” y ha presentado cargos contra “cuatro personas” por revelar sin autorización información clasificada, aunque no reveló detalles de esos casos concretos.
La comparecencia se enmarca en los intentos del presidente estadunidense, Donald Trump, de atajar las filtraciones que están plagando los primeros meses de su Administración.
“Tengo una advertencia para los filtradores: no lo hagan”, señaló Sessions.
“Esta cultura de filtraciones debe cesar”, apuntó el fiscal general, quien pidió a todas las agencias del gobierno y al Congreso que tomen medidas para que sus empleados no decidan filtrar a la prensa informaciones clasificadas.
Tanto Sessions como Coats afirmaron que las filtraciones son graves, dañan la seguridad nacional y ponen en riesgo a estadunidenses.
Desde la llegada al poder de Trump, las filtraciones de información desde el ejecutivo se transmiten sin cesar a la prensa, entre ellos los contactos de miembros del equipo presidencial con funcionarios o representantes del Gobierno ruso, acusado de intentar influir en el resultado de las elecciones del pasado año en Estados Unidos.
Trump llegó a decir que el verdadero escándalo, más que la posible colusión de su campaña con Rusia para atacar a la rival demócrata Hillary Clinton en los comicios, son esas filtraciones.
La última filtración de información clasificada se conoció este miércoles, cuando el diario The Washington Post publicó el contenido íntegro de sendas conversaciones de Trump con el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, y el primer ministro australiano, Malcolm Turnbull.
Ese tipo de conversaciones se mantienen bajo alto secreto, aunque los detalles de las llamadas se han ido conociendo desde poco después de que se produjeran.
Para limitar las filtraciones, los responsables de comunicación de la Casa Blanca han amenazado a sus subalternos con represalias y comenzaron a compartir información sensible con un círculo reducido de leales a Trump.