Los narcocorridos, un género musical con letras cargadas de violencia, muerte, machismo y ostentación de la riqueza en una suerte de veneración a los líderes de los cárteles de la droga, está reconstruyendo la memoria social o colectiva de los jóvenes en varias regiones de México, consideró Laura Albarrán, de la Maestría en Psicología Social de Grupos e Instituciones de la Unidad Xochimilco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
Este marco cultural se registra en un entorno de “crisis caracterizado por el desempleo, la incertidumbre económica y la inseguridad” para las nuevas generaciones, detalló.
La universitaria ha estudiado el creciente interés de los adolescentes en Michoacán –estado caracterizado por la incidencia del crimen organizado y la inseguridad producto del narcotráfico– por escuchar ese género musical.
En el Primer Coloquio de investigación de la Maestría en Psicología Social de UAM Xochimilco, la investigadora refirió que “el dinero tiene un papel central en aquella música”.
Si bien son ritmos muy comunes en sus entornos cotidianos, “me interesa saber si los jóvenes resignifican las letras o si simplemente las repiten como un acto mecánico. Estoy segura de que se manifiesta algo más”, agregó.
La joven investiga el narcocorrido y sus audiencias juveniles en Morelia, Michoacán: performatividad y memorias colectivas en entornos cotidianos de consumo, para averiguar sobre un fenómeno que se acentuó con mayor fuerza a partir de 2016.
El primer estado sobre el cual estalla la llamada guerra contra el narcotráfico fue Michoacán, donde desde hace 26 años se padece dicha problemática, sin embargo en últimas fechas los enfrentamientos son cada vez más fuertes y evidentes para la sociedad.
En la actual crisis, “debemos comenzar por conocer el papel de los jóvenes respecto de la situación actual, pues hace falta reflexionar acerca de sus acciones y reacciones más inmediatas dentro de sus propios entornos y círculos sociales”, manifestó.
Sin duda, enfatizó, “los narcocorridos son una suerte de veneración por los líderes de los cárteles de la droga; muchos jóvenes tienen en sus casas figuras de Malverde, el santo de ese sector, por lo que me parece que hallan en esta actividad ilícita una forma de salir adelante y progresar en sus vidas, evitando la pobreza”.
“Los narcocorridos puede que sí inciten a adoptar una vida de ese tipo pero no es la regla, aunque sí influyen en la forma como se visten, tratan a las mujeres y se desenvuelven en sus propias vidas en el día a día, casi todo gira en torno al dinero y el poder”, finalizó.